Enclavada en el centro de la península, capital política y económica española, Madrid es una ciudad de paso, pero también una ciudad donde quedarse y eso es lo que la hace particularmente atractiva. Su principal foco de atracción reside en la pluralidad de su sociedad, en Madrid todo el mundo es a la vez un tanto madrileño y un tanto foráneo. Quien no ha vivido hasta su juventud en Asturias, Andalucía, Castilla y León, la Rioja o Extremadura tiene familia, al menos por los padres o los abuelos, fuera de Madrid y algún pretexto para irse de la ciudad en verano y otras ocasiones festivas.
El madrileño tiene fama de chulo: es cierto. Como todo, hay algunos madrileños que responden al estereotipo. Quizás, algunos, si no chulos, pecan de la inocente arrogancia que otorga vivir en la mejor ciudad de España. Pueden permitírselo, más por ignorancia que por prepotencia. En ocasiones les oyes hablar de las deficiencias de otros lugares, pero ¡cómo no se van a quejar! Los que somos de fuera, aun de grandes ciudades, sabemos perfectamente que Madrid tiene una salud pública buena, unos transportes públicos que ya quisieran en el resto de España (y en muchas grandes ciudades del mundo) y, más aún, una oferta cultural al primer nivel de capital europea. El único defecto de Madrid son las “grandes” distancias, que en términos relativos no son tales, y los precios, especialmente de la vivienda, que no es más que la réplica madrileña de un problema nacional de difícil solución.
Pero pasemos a la gente. Madrid es una maqueta a pequeña escala de toda España. Si quieres tener una buena radiografía de ciudades incluso que no conoces, puedes hacerlo porque conocerás de cerca a gente de casi todo el país y ellos te darán una perspectiva mucho más fidedigna que una visita turística tradicional. Toda esa gente trasluce después de todo la idiosincrasia de sus lugares de procedencia. Por lo que respecta a los madrileños, son tremendamente abiertos. A pesar de lo que piensen muchos foráneos, un madrileño es, por lo general, mucho más abierto que cualquier ciudadano equiparable de provincias. La razón es obvia. Por mucho que un madrileño se haya empeñado en vivir cerrado en su burbuja exclusivamente, por mucho que haya huido de todo lo “extraño” a su entorno tradicional, el cosmopolitismo habrá ido a él, para él lo tradicional es el cosmopolitismo puro, especialmente en las generaciones jóvenes que conocen ese Madrid no ya lleno de “provincianos” sino también de todo tipo de ciudadanos del mundo de todas las razas y culturas. Es verdad que a muchos de ellos sólo los verá en el Metro y apenas sí tendrá conocimiento de la menor circunstancia personal, pero tratará con algunos antes o después y, en cualquier caso, su simple vista le será familiar. Por suerte, en la España presente ver a un extranjero ha dejado de ser algo “exótico”.
Aunque, sin duda, lo mejor de Madrid es que no es unívoca sino, más bien, plural y polimorfa. Hay muchos “madriles”, muchos ambientes diferenciados y doy por seguro que cualquiera que vaya allí encontrará su Madrid particular. No se trata sólo de salir de fiesta, lo cual puede hacerse cualquier día de la semana y a casi cualquier hora del día siempre que tengas gente y algo de dinero, sino de todo lo demás: trabajo, estudios. Aquél entorno que busques, lo que sea acorde con tus intereses seguramente estará allí. Pero, no nos engañemos, en Madrid hay de todo y conviven en una singular armonía desde los “anarcas” que “okupan” viviendas vacías hasta la cerrada clase medio-alta del barrio de Salamanca, siempre tan bien vestida, siempre de aspecto distante, pero de trato cordial. Algo que agradeceré siempre de los madrileños es la natural amabilidad con la que puedes tratarles sin que pretendan saberlo todo sobre ti. La afabilidad, que en algunos sitios es fatalmente confundida con la invasión de la intimidad, adquiere en Madrid un nuevo significado.
Por otro lado, la sociedad madrileña no deja de ser generalmente tradicional. Pero, lejos de lo que pueda parecer, un conservador madrileño es, en realidad, más abierto que un “progresista” provinciano. El conservadurismo en Madrid es más bien la pose de quien quiere mostrarse no engañado por la “progresía” que desgobierna otras comunidades autónomas, pero que es, a la postre, más abierto y respetuoso que la media de la población en otros lugares. Seguramente sólo Barcelona podría competir en este sentido con Madrid y es algo que no he tenido el placer de comprobar personalmente. Como comentaba con una familiar y amiga mía, Madrid es una ciudad donde descubrirse. Madrid tiene la virtud de facilitar a la persona el despliegue de todo su potencial para poder así volar hacia sus sueños. ¿Quién no ha vivido en Madrid y no se ha enamorado de ella?
2 comentarios:
Una descripción digna de una guía de viajes ;)
Pues la verdad es que cuando fui a Madrid a visitarte unos días, me impresionó más de lo que me imaginaba. Se respira algo diferente a otras ciudades.
Barcelona también está muy bien, tiene similitudes y también diferencias, pero es una ciudad que merece ser visitada.
Bueno, cuando bajas definitivamente? El 22?
Gracias por el comentario.Yo en principio vuelo el 22, pero con la nevada que está cayendo aquí nunca se sabe. Espero que para el miércoles ya esté todo más calmado y no haya problemas en Gatwick.
Un saludo.
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