La visita de Benedicto XVI a España no nos ha gustado a muchos, no porque no pueda ir a España, puede hacerlo cuando quiera, sino por los mimos y atenciones de las autoridades y por los gastos que comporta para el erario público. Y, no, la excusa que muchos procatólicos emplean: “es que el Papa es un jefe de Estado extranjero y, como tal, merece esas atenciones” no cuela. No nos lo creemos. Ningún jefe de Estado va de visita a un país extranjero y le dice lo que tiene que hacer con su legislación interna. Así que si Benedicto XVI quiere tener las atenciones de un jefe de Estado, que vaya de visita y no a meterse en asuntos de política interna que tienen que discutir, en su caso, nuestros políticos y no los teócratas de una potencia extranjera.
En cualquier caso, la excusa es aún más ridícula teniendo en cuenta que no se trataba de una visita oficial. Benedicto XVI ha ido a España a conciencia con la intención de perpetrar una injerencia en temas domésticos y, encima, los reyes y demás autoridades, incluyendo a algunos socialistas, le miman. Por eso quiero que mis representantes sepan que me avergüenzan y me abochornan. Que ese señor, representante de una de las pocas dictaduras de Europa, vaya a mi país y le traten con tanta cortesía... Prefiero con creces el sutil cinismo y la fina distancia con que lo recibieron en el Reino Unido hace un par de meses. Al menos, alabo que hubiera poca asistencia por parte del público y protestas en Barcelona. Eso dignifica a esa ciudad.
Sin embargo, para colmo, el gobierno suspende la tramitación de la Ley de Libertad Religiosa y unos padres de Almendralejo consiguen, por fin, que el colegio público al que van sus hijos sea condenado a retirar los símbolos católicos. Ambas noticias son indignantes. La primera, porque pone en evidencia lo de siempre: que en España el PSOE, o cualquiera que quiera la libertad religiosa por más que le pese a la iglesia, tiene que pedir perdón por ser un progre "quema-iglesias". La segunda, porque a estas alturas de película parece mentira que España sea una democracia si la educación pública sigue tomada por las tradiciones católicas. Que unos padres tengan que lidiar la que han lidiado para tan pequeña, pero simbólica conquista es bochornoso. ¿Dónde queda el Estado de Derecho? ¿No es suficiente pedir el cumplimiento de la norma a la Administración? Se ve que no.
En cualquier caso, me alegra haber leído el artículo de Fernando Savater “¿Hasta cuándo?”, publicado en El País el martes. Por lo menos, queda alguien sensato capaz de sostener su voz contra la masa “genuflexa” que alaba al ex gran inquisidor como un intelectual. Os dejo algunos extractos que me parecen esclarecedores:
¿Acaso aún no han aprendido que la Iglesia es insaciable y se toma todas las concesiones sin agradecimiento por lo que se le da y con aire ofendido por lo que aún se le niega?
El Papa denuncia el terrible laicismo de España no solo a pesar de que recibe en su viaje la pleitesía exagerada de todas las autoridades civiles, no solo pese al financiamiento y privilegios fiscales de la Iglesia, no solo a pesar de que se mantiene el concordato de origen franquista que impone la presencia clerical en la educación y hasta en el ejército, sino por los terribles agravios y la "persecución" que sufre por parte de un Parlamento que legisla sobre el aborto o sobre el matrimonio homosexual sin obedecer al clero y que hasta pretende sustentar una asignatura de educación cívica que no cuenta con el níhil óbstat episcopal.
[Ratzinger] Destaca precisamente en teología, una de las ciencias más útiles y con mayor futuro, la única que inventa su objeto mientras dogmatiza sobre él. Por eso puede establecer con especial autoridad la relación entre verdad y libertad. Porque la verdad no es una función que se alcanza a través de la razón que observa, experimenta y deduce, sino la revelación que llega por la boca del que habla desde la infalibilidad. ¡Abajo el relativismo, escuchemos al Absoluto! Y la libertad, claro, es la de obedecer no a humanos vulgares y a las leyes por ellos consensuadas, sino a quienes representan e interpretan el poder de lo sobrehumano...
El Vaticano es una especie de Arabia Saudí pero decorada por Miguel Ángel y Rafael, lo cual es una gran mejoría estética, aunque en cambio representa poco avance político.
Espero que, al menos, esto les haga reflexionar a algunos "progresistas".
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2 comentarios:
Creo que es simplemente cuestión de educación el recibir al Papa como se merece.
En cuanto a quitar los símbolos religiosos de los colegios, me parece una memez como un castillo. Estoy de acuerdo en que España sea un estado de derecho en el que todas las religiones tengan la misma importancia, pero no debemos olvidar que España es un país cuya población es católica en su inmensa mayoría (dentro de las personas que practican alguna religión), por lo que un símbolo religioso en cualquier sitio les puede hacer bien a aquellos que practican esa religión... y al que no la practique, no creo que 'moleste' para nada como para tener que quitarlos. Además, si hubiera que quitar todo lo que nos molesta que podemos ver por la calle o en la escuela...
En fin, creo que nos estamos volviendo un poco locos todos con la mentalidad anti-cristiana. Ya digo, me parece bien la libertad religiosa, pero no me parece bien el anti-cristianismo (más aún, con la labor que hace la iglesia dentro del estado).
Un saludo
Me alegra que comentes, Francisco José, porque pones encima de la mesa argumentos que quería refutar desde hace mucho tiempo.
En primer lugar, eso de que el catolicismo es la religión mayoritaria de la sociedad (tan sólo de 8 millones de españoles) no justifica nada. No es un argumento válido para darle un trato de favor a esa religión, ¿verdad? Ese principio sentado en la Constitución es simplemente degradante para nuestra democracia. Porque la democracia se basa en la igualdad y no hay igualdad si los seguidores de un credo tienen más subvenciones; un régimen fiscal especial, y presencia en el ejército y en la educación pública. ¿Qué tiene todo eso de democrático?
Me hace gracia que digas que los símbolos religiosos en sitios como los colegios públicos no deben molestar a la gente que no cree en esa religión, pero sí puede hacer bien a los que la practican. Lo cierto es que esa mera presencia rompe la neutralidad religiosa de los colegios públicos y excluye a todos los que no son de esa religión.
Y esto me da paso a la siguiente cuestión. Tan legítimo como querer poner un crucifijo en un aula es querer poner un símbolo anarquista o una imagen de Nietzsche con la cita "Dios ha muerto". Si no se debe poner nada de esto, es sólo para mantener la neutralidad de los centros públicos y sí, aunque a algunos les parezca estúpido, el anticristianismo tiene su sentido por una sencilla razón: el cristianismo ha causado y sigue causando mucho daño. La gente que ha sufrido el adoctrinamiento y la represión del cristianismo tiene derecho a sentirse molesta por un símbolo cristiano. Y, sí, en la calle a los cristianos les ampara la libertad de expresión y de manifestación, como a todos, eso es igualdad y democracia, pero los centros públicos no son la extensión de ninguna iglesia o ideología y es por eso que en ellos sólo tiene sentido exhibir, en su caso, los símbolos oficiales del Estado u otro ente público encargado de la gestión del centro y nada más.
De modo que nada de esto es gratuito. La gente tiene derecho a sentirse molesta con Ratzinger y con la iglesia católica porque ha hecho y sigue haciendo mucho daño y porque es la bandera del conservadurismo más rancio. Y basta ya del "dejar estar". A ver si seríais tan comprensivos con la media luna.
Un saludo.
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