David Cameron se ha tomado en serio los recortes y los británicos se levantan cada mañana con el hacha como tema del día porque esto, más que un tijeretazo, es un hachazo. Y es que la polémica no ha parado de surgir entorno a la supresión del límite de tarifas en las Universidades, los recortes en el ejército de Su Majestad y el hachazo contra las ayudas sociales. Eso por no hablar de la supresión de casi medio millón de puestos de funcionarios o el aumento de la edad de jubilación (hasta los 66, un año más para los hombres y seis más para las mujeres, que antes se jubilaban con 60). Ni la BBC se libra: un 16 % de ahorro en términos reales hasta el 2017. Mientras tanto, Laboristas y Conservadores se echan en cara en la televisión la conveniencia de los recortes y la responsabilidad del déficit. Pero, claro, eso ahora es de poca ayuda porque el déficit ya está ahí y los recortes van a afectar en mayor medida a las familias con hijos, según parece, lo que está deparando a los recortes las acusaciones de injustos o inequitativos. Lo que más me llama la atención de todo esto, sin embargo, es que se hable del rescate del sistema financiero como una de las causas del déficit y que ningún político se acuerde de la guerra de Iraq. ¿Cuánto ha podido costar la guerra a los contribuyentes británicos? Y, pasando de aspectos puntuales del presupuesto, ¿por qué nadie se plantea que, tal vez, la insostebilidad del Estado del bienestar es una razón para replantearse el sistema? Un modelo que no da ninguna garantía sobre su nivel de cobertura debería, al menos, replantearse. Los británicos, eso sí, hacen gala de su razón práctica a diferencia de los franceses que, contra toda evidencia, se empeñan en sostener un modelo quebrado. Con eso y con todo, seguro que nos esperan más paros y movilizaciones.
Telegraph. 21 de octubre 2010.
Telegraph.
Telegraph. 20 de octubre 2010.
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