Basada en la novela gráfica de Alan Moore y David Lloyd, V de Vendetta es una producción de la Warner Bross del año 2006, dirigida por James McTeigue, que nos sitúa en un hipotético Reino Unido del futuro bajo un gobierno totalitario ultraconservador. El panorama no puede ser más desolador. En un país en Estado policial, con los medios de comunicación controlados desde el poder y un sistema de partido único, la vida privada de los ciudadanos es una quimera. A las escuchas aleatorias de la policía, hay que sumar la enorme difusión de las cámaras de seguridad: todo, eso sí, por el Bienestar de los ciudadanos.
Pero ¿cómo ha sido todo ello posible? El ascenso del poder del líder viene empujado, como lo suelen estar este tipo de dictaduras, por el deseo de orden en ambientes convulsos que trasmiten inseguridad. Esa sensación de amenaza hábilmente manejada permite al líder y a su partido, el tradicional Tory británico, hacerse con un poder nunca visto en Gran Bretaña. Sólo un rebelde, el fruto mismo de las monstruosidades del régimen, V, será capaz de plantarle cara al omnipresente Estado totalitario. Conmemorando al legendario Guy Fawkes, V volverá a llevar a los británicos el anhelo de libertad: “Remember, remember the fifth of November”, que cobra en el film un sentido completamente distinto al tradicional.
Pero, ¿es posible ese futuro terrible? Yo diría que ya casi estamos en él. Lo que tarde en llegar dependerá de lo que tarden en removerse las delgadas líneas legales que permiten aún conservar mínimamente las libertades individuales en una sociedad que tiende inevitablemente a un paternalismo más y más invasivo entre la aparente sensación de pluralidad. Y si no, mirad a vuestro alrededor, en los últimos años nuestras ciudades se han llenado de cámaras de seguridad y nuestras vidas están cada vez más informatizadas a través de los distintos registros y de Hacienda. Por no pasar por alto que nuestros movimientos bancarios a través de las tarjetas de crédito o el rastro que dejamos en Internet nos deja aún más a merced de cualquiera que quiera vulnerar nuestra privacidad y usar toda esa información con fines perversos. Un escenario como el de la película sería, de hecho, mucho más terrorífico porque apenas una mínima parte de lo que he comentado se puede apreciar en la recreación de James McTeigue.
Nada más lejos de la realidad, el potencial poder invasivo del Estado es hoy en día una amenaza mucho mayor para acabar, en definitiva, sin la esperanza de un V que nos libere. V es, sencillamente, el símbolo de un deseo de libertad de los creadores de la historia, pero un imposible en la realidad. Aunque sólo fuera por cuestiones operativas, V no habría podido arreglárselas ni para vivir en un contexto real tan represivo. Lo único que nos queda, antes que lamentar la pérdida de la libertad, es luchar todo lo que podamos para conservarla. No sé por qué me da la impresión de que cada avance tecnológico que tenemos es un pequeño paso hacia la pérdida del control sobre nuestras propias vidas. La pregunta es ¿cuál es la fortaleza de los actuales mecanismos de control del Estado?
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