A algunos se les ve el plumero y la prohibición de fumar en lugares públicos cerrados y en algunos espacios abiertos les parece una vergüenza, una intrusión inadmisible del Estado en la vida de los ciudadanos, una vuelta de la Santa Inquisición... Habría que ver qué dirían si la ley se hubiera aprobado bajo un gobierno popular (por cierto, toda la derecha española ha votado a favor de la norma).
Es cierto que la ley contiene algunos excesos desde una perspectiva liberal. Por ejemplo, que no se permita ni siquiera conservar las zonas habilitadas para fumar cuando la obra ya se había hecho no tiene demasiado sentido, como tampoco lo tiene quitar los espacios para fumadores en los aeropuertos, teniendo en cuenta que muchos viajeros tienen que enfrentar horas de avión sin poder fumar a lo que ahora deberán sumar las dos horas que se suelen echar en los aeropuertos. Esto, por ejemplo, parece un ataque gratuito contra la libertad del fumador. Ahora bien, dicho esto, la ley está plenamente justificada. Ningún fumador tiene derecho a perjudicar el derecho a la salud de ninguna persona y, si antes se hacía, estaba mal hecho, era un ejercicio perverso e injustificado de la libertad individual. Igual que yo no tengo derecho a ponerle aguardiente en el café al señor de al lado, yo tampoco tenía por qué fumarme medio cigarrillo de cada fumador activo que tuviera cerca. Eso era un atropello en toda regla. Nuestra salud ahora va a estar más protegida que nunca, al nivel de los primeros países europeos en la materia y esto no va a impedir que los fumadores sigan fumando todo lo que quieran, su libertad está intacta, pero que no nos molesten.
Lo draconiano de la solución de no permitir zonas de fumadores tiene, no obstante, cierto sentido en términos de eficacia de la norma. En un país de pandereta como éste, en el que según qué políticos (por no hablar ya de algunos empresarios) buscan todos los resquicios posibles para poder vulnerar la norma, tiene mucho sentido una solución de todo o nada, de o sí o no. La flexibilidad de la anterior ley dejaba mucho que desear en términos de protección de nuestro derecho a la salud. Ni puede pedirse a la gente que se discrimine entre fumadores y no fumadores (por desgracia lo no fumadores hemos sido siempre los tontos flexibles que nos hemos tenido que aguantar yendo a bares de fumadores) ni puede darse la mano a los hosteleros porque entonces más de uno habilita zonas de fumadores de la señorita pepis, sin extracción ni separación de ambientes adecuada.
El país del “tú, dame hueco que, habiendo hueco, yo ya si eso ya...” tal vez necesite una norma así de draconiana para hacer respetar nuestros derechos. Insisto: ningún argumento paternalista de protección de la salud del fumador en contra de su propia libertad puede justificar esta ley. Esta prohibición se justifica simple y llanamente por la protección del derecho a la salud de terceros frente al abuso de la libertad que reiteradamente ejercían muchos fumadores. Y, para que quede claro que aún queda por avanzar en la buena dirección, aprovecho para pedir la derogación de todas las normas administrativas que prohíben el consumo de marihuana o de alcohol en la calle así como de las normas, también penales, que restringen su comercio total o parcialmente. No seré yo quien apoye un Estado paternalista. Eso sí, el que fume, que no me moleste.
Quiero Un Dominio. 22 de diciembre 2009.
2 comentarios:
Lo has clavado con tu primer párrafo. Muchos critican la ley porque el que está sentado en el sillón azul se llama Zapatero. No hay más motivos.
Lo que no entiendo es cómo alguien puede criticar esta ley en su principal fin, que es el de preservar la salud de los ciudadanos. ¿Es que prefieren morirse de un cáncer de pulmón porque al que está sentado a su lado le da la gana? Te quejas porque no dejan fumar y sí te quejas si te ponen una fábrica al lado de casa, una central nuclear o que los aviones pasen cada cinco minutos encima de tu casa. ¿Cuál es la diferencia?
Para excusarse dirán que peores son los humos que emiten los coches, pero un coche hoy en día es necesario, pero fumar no.
Eso sí, no estoy de acuerdo con lo de que ahora prohíban eliminar las zonas para fumadores de los restaurantes que hace unos meses estuvieron obligados a hacer obras para ello. Eso sí ha sido una cagada del Gobierno.
Lo que dices del aeropuerto, pues a mí no me parece mal que haya un espacio para fumadores, pero siempre y cuando esté bien delimitado y aislado. Y esto lo hago extensible a estaciones de tren y demás.
En fin, que esto va a seguir dando que hablar muuuucho tiempo...
El tema da que hablar porque hay algunos que creen que la gente tiene derecho a putear a los demás y que la libertad incluye la potestad de molestar a los demás en el disfrute de sus derechos. Pero vamos a lo de siempre, para muchos las leyes siguen siendo buenas o malas según el pedigrí del gobierno bajo el que se aprueban porque, de lo contrario, no veo a qué viene tanto escándalo ni tanta exageración.
Un saludo.
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