Le agradezo que me haya facilitado esta fantástica imagen tomada el año pasado en la Plaza de la Constitución de Málaga.
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Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Antonio Machado
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Durante la Semana Santa, los ciudadanos de este país concienciados con la cuestión de la laicidad contemplamos con espanto como las banderas de España se colocan a media asta desde el jueves santo hasta el domingo de resurrección. Esto, que no deja de ser un gesto, no por ello es menos importante y es que este país, a pesar de todo lo que ha llovido desde el 75, sigue viviendo bajo la sospechosa tutela moral de una iglesia, la católica, que practica una prepotencia intelectual y política de un calibre alarmante.
Para colmo, los políticos de este país, incluyendo los “hiperprogresistas” del PSOE todavía no se han dignado a poner fin a esta desfachatez que es la confusión de los símbolos del Estado con los símbolos religiosos del catolicismo. Sin embargo, esto no es más que el tema de siempre. Los españoles siguen pensando en España con el adjetivo de “católica” de forma mayoritaria y siguen asociando muchos otros valores con los que buena parte de España no se identifica. Esa confusión desastrosa y guerracivilista entre religión, ideología conservadora y nación es lo que lleva al desapego, tan natural por otra parte, de buena parte de la sociedad española hacia la bandera bicolor: ese símbolo de la España de siempre; la España de pandereta; del bajo palio; de la picaresca y el orgullo; de la envidia malsana y el colmillo retorcido; del recelo hacia el que piensa diferente, del que es diferente, del que no es ni blanco ni católico ni conservador... De ése que en definitiva viene a alterar lo que este país y sus símbolos significan para ellos: el patriarcado.
Cuando algunas personas educadas se disponen a solicitar casi disculpándose que se retiren los símbolos religiosos de los edificios públicos, cuando algún español ejerce su derecho a la libertad religiosa y solicita ante un tribunal el respeto a sus derechos más elementales y a la laicidad del Estado, entonces, la caverna de la reacción, la que sigue confundiendo nación, religión y conservadurismo, se le echa a la yugular y le acusa de atacar a los cristianos, de cristianofóbico y de exaltado. Y es que por desgracia ellos van a ser siempre, en su ideario, los sobrelegitimados, los que tienen a la TRADICIÓN y a la HISTORIA de su parte, los que juegan en el equipo de DIOS y de la VERDAD. Y ése es el problema sustantivo: la razón por la cual las ideologías totalitarias han sido demonizadas y denostadas, a saber, tener una visión totalizadora de la realidad y creer a fe ciega en unos dogmas y un líder carismático, es la misma razón por la cual se venera y se siguen las religiones que, día a día, amenazan los estilos de vida que consideran desviados o contrarios a la moral.
¿Cómo quieren hacer país, construir una identidad nacional común, si están constantemente otorgando carnés de patriota y decidiendo lo que es y lo que no es la ortodoxia españolista? ¿Cómo quieren que nos identifiquemos con los símbolos de España si nos los roban desde el propio aparato del Estado, si ni siquiera el PSOE es capaz de acabar con esa usurpación? El partido conservador se congratula en afirmar que el Presidente del Gobierno es un títere de los gobiernos extranjeros que le han impuesto una política de austeridad y que han convertido a España en un protectorado y, sin embargo, nada dicen cuando ese Estado extranjero que es el Vaticano interfiere en los asuntos internos como el derecho civil o la legislación penal. Nada dicen de ese protectorado moral, mucho más grave, porque en el fondo lo desean, porque su pérdida supondría la pérdida de lo que ellos consideran que es esencial en la españolidad: la cristiandad.
El único consuelo es que algún día ellos probarán su propia medicina. La doctrina de “la religión mayoritaria es la religión preferente”, sentada de forma tan innoble en nuestra tan venerada Constitución, les llevará a la enorme contradicción de tener que asumir que, cuando la mayoría de la población española sea musulmana, España se convertirá en una monarquía islámica. Y, lo peor de todo, no sólo no habrán hecho nada por evitarlo sino que habrán sentado las bases para ello. Su política de religión en las escuelas es la primera que lo propicia con el inigualable patrocinio del erario público. Cuando veamos las banderas a media asta conmemorando el martirio de Alí no será a mí a quien puedan reprocharme no haber advertido de las nefastas consecuencias de esa confusión entre religión y Estado.
2 comentarios:
De nada, pero lo de 'fantástica' tampoco es pa tanto, pelota :P
Yo soy de esa mayoría de españoles que piensan inconscientemente que España es católica, más que nada por la gran mayoría de sus habitantes lo son. Además, no me parece una aberración pensar eso, pues, aunque la Constitución afirma que no existe una religión oficial, creo que comenta que la religión católica es oficial entre comillas (corrígeme si me equivoco, que tú estás más puesto de esto que yo).
Yo pienso que el hecho de dejar la bandera a media asta esos días de la Semana Santa no es más que una muestra de respeto por la muerte de Cristo, representante directo del catolicismo. Lo que no me cuadra es que en los colegios públicos se prohíban los crucifijos y demás signos religiosos. O todo o nada.
También es cierto que muchas decisiones de Estado están muy influenciadas por los mandos religiosos, y aquí sí que creo que sobran, puesto que se están metiendo en un terreno que no es suyo. Hace siglos puede que sí, pero estamos en el siglo XXI y las cosas funcionan ya de otra manera.
En fin, éste es un tema difícil, todo hay que decirlo. Por cierto, me extraña que Isra no haya comentado nada de esto todavía...
Saludos ;)
Mucha gente piensa en España como católica y eso, aunque sea inconscientemente, es una visión excluyente. Sólo 8 millones de españoles son católicos practicantes y muchos de los que fueron introducidos en la iglesia católica desde pequeños, reconocen no ser católicos en la edad adulta. Por otro lado, hay otras confesiones y la simple no pertenencia a ninguna religión. En cualquier caso, una visión así no incluye a la mayoría de la sociedad española. Pero es que, aunque la mayoría fuera católica, eso no justificaría ningún trato especial y eso es lo que está consagrado, como gran error desde mi perspectiva, en la Constitución. También hay que entender que ésta se redactó en una época en que la indepedencia del poder político del religioso y el militar era pura ficción. La Constitución se redactó y aprobó bajo el miedo a un golpe militar. La soberanía popular era, pues, más una frase retórica que una realidad en el algunos aspectos. Pero eso ya no es así y podemos acercarnos a países de nuestro entorno como Francia, donde se puede decir que la derecha es más laicista que la izquierda y no pasa nada.
Un saludo.
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