jueves, 30 de julio de 2009

LOS VIAJES DE GULLIVER

Jonathan Swift
Hyspamérica – Biblioteca personal de Jorge Luis Borges
369 páginas.

Gulliver es el supuesto autor del libro que se nos presenta como una novela de viajes autobiográfica. La intención del verdadero autor es realizar una descripción de países fantásticos supuestamente reales que sirven de apoyo para verter críticas, en ocasiones sumamente duras, sobre determinadas cuestiones de la política y la filosofía. El libro es publicado en 1726 y se ambienta en las dos décadas anteriores de tal forma que el médico Lemuel Gulliver termina sus viajes en 1717.

El protagonista realiza un total de cuatro viajes, que dividen el libro en las correspondientes cuatro partes bien estructuradas. Gulliver siempre acaba en esos países de forma involuntaria y siempre es el primer observador europeo. Las críticas más explícitas pueden advertirse ya desde el primer viaje aunque todos los elementos fantásticos de la novela pueden estar sujetos a interpretaciones diversas. Ya en su viaje a Liliput tiene problemas porque no quiere convertir al país vecino en una colonia. Es considerado un traidor por muchos miembros de la corte, que preparan una ejecución bastante cruel aunque la bondad del monarca liliputiense, que no parecía tan benevolente con sus súbditos, le acaba salvando sin comprometerlo en exceso.

En su viaje a Brobdingnag (el país de los gigantes), realiza una exposición detallada de las costumbres y la política de Inglaterra donde pone de relieve, con aparente ingenuidad los horrores de la guerra, y la innecesariedad de la casta política, de sus intrigas y de sus secretos. En el tercer viaje visita varios países. En Laputa y Balnibarbi (la Isla flotante y las tierras bajo su dominio) parece referirse claramente al Reino Unido y tratar una de las rebeliones de Irlanda. Aunque, sin duda, la crítica más feroz es para los hombres de ciencia de la época a los que parece ridiculizar dando a entender que sus actividades son inútiles y muchos de sus experimentos, disparatados (con ejemplos bastante gráficos y, a veces, un tanto escatológicos). El resto del viaje se desarrolla en Glubbdubdrib, Luggnagg y Japón. El tema principal en estos es la inmortalidad aunque no cabe duda de que puede haber diversas lecturas sobre las costumbres de la Corte de Luggnagg y alguna crítica a los holandeses, únicos europeos que comerciaban con Japón.

La última parte del libro es la más interesante y la más crítica. El viaje al país de los houyhnhnms (el país de los caballos) supone el ataque más feroz del autor a la Europa de su tiempo y constituye un duro manifiesto político. Las conversaciones de Gulliver con su amo houyhnhnm tratan sobre los abogados, la justicia y el sistema inglés del precedente vinculante; sobre la nobleza, y los vicios de la especie humana, especialmente sobre la mentira. De hecho, los animales empleados por los houyhnhnms como domésticos son los yahoos, humanos con aspecto terriblemente salvaje que se destruyen entre sí y tienen una avaricia desmedida que los incapacita para vivir pacíficamente en grupo.

La última parte del relato de Gulliver sobre la organización de los Houyhnhnms es plenamente revolucionaria. En ningún momento hace apología de la misma, simplemente describe su funcionamiento de forma aséptica e imparcial, es un mero observador de las costumbres y nos las traslada, pero en el fondo, el lector avezado detecta la formulación de una forma de gobierno completamente distinta de la que regía en los demás países y entiende que ésa es la propuesta final de Jonathan Swift. Se trata de un sistema en el cual los houyhnhnms se reunen en asamblea para decidir sus asuntos una vez al año y, a través de la cual, toman decisiones tanto legislativas como ejecutivas. Aunque la clave para entender su funcionamiento es la ausencia en los houyhnhnms de los vicios que aquejan a los humanos, ésos que convierten la política en el arte de la intriga y no en el instrumento del servicio al bien público.

El libro está lleno de multitud de referencias interesantes que no he podido mencionar aunque, en cualquier caso, sólo el contenido que he tratado y su estilo literario lo hacen sumamente recomendable. Jonathan Swift es muy cauteloso con esta obra y siempre muestra mucha prudencia cuando se trata de Gran Bretaña. El protagonista es efectivamente un respetable inglés que difícilmente se involucra en los asuntos que aborda. Sin embargo, eso lo hace aún más interesante. La libertad de creación y publicación de la que gozamos ahora hace que se haya perdido ese estilo vedado y sutil que impregna la obra y, en general, muchas publicaciones de la época. La ingenuidad de Lemuel Gulliver es el escudo tras el cual se esconde la que puede ser calificada como gran crítica del siglo XVIII.

jueves, 23 de julio de 2009

¿Regeneración democrática?


El pasado 4 de julio, día de la independencia, supimos que Mikel Buesa dejaba la joven formación política Unión Progreso y Democracia (UPyD). Las razones: (i) el coordinador del partido en Madrid está implantando un control férreo y (ii) ante sus quejas, Rosa Díez dijo no estar dispuesta a dar una batalla orgánica. Parece que a UPyD le aqueja el mismo mal que a toda la partitocracia española. Es curioso como la Constitución española y la Ley Orgánica de Partidos se empeñan en recalcar que los partidos políticos españoles deben tener un funcionamiento democrático.

Nada más lejos de la realidad, lo cierto es que todos los partidos siguen una estructura cuasi-castrense/leninista sobre la base de un líder supremo, infalible e incontestable, llamado presidente, secretario general o coordinador general y de unos aduladores comités/politburós. La toma de decisiones se efectúa arriba. A las bases sólo les queda obedecer. Esto ha sido así sin excepción. Para botón de muestra, las sanciones internas que imponen para mantener la disciplina de voto y otros medidas represivas varias: el chantaje de la formación de las listas, las designaciones a dedo para cargos internos y externos... El partido es un gran aparato de colocación al que hay que estar servilmente sumiso y agradecido por las graciosas concesiones del líder local, regional y nacional. La novedad que aportaban partidos como Ciudadanos o UPyD era su voluntad de cambiar esto.

Desde entonces, he estado expectante con UPyD. Les he dado mi apoyo y he hablado bien de ellos siempre esperando reaccionar a tiempo en cuanto hubiese una deriva indeseable, un indicio de la corrupción del poder que se puede apreciar en otros partidos. Uno de los mayores handicap de UPyD, al tiempo que su gran activo, era y es su líder nacional, Rosa Díez. Es una mujer fuerte, carismática, que sabe comunicar bien con el público. Creo que en buena medida UPyD es lo que es gracias a ella. Ha sabido canalizar bien el hastío hacia la clase dirigente, hacia la política del oportunismo para hablar de una política de principios, comprometida con la regeneración de la democracia y con el progreso. Era y es un buen proyecto liberal y progresista. Sin embargo, como disponían sus propios estatutos fundacionales, ahora es un momento trascendental en el que los militantes tienen en su mano convertir a UPyD en un partido más o en hacer de él una plataforma de expresión de los que ellos llaman huérfanos políticos.

En este sentido, Rosa Díez debe apostar claramente por la defensa de la democracia interna en su partido aun a riesgo de perder ella misma o el equipo coordinador de Madrid su liderazgo y su posición. Antes de las elecciones europeas Rosa Díez se comprometió con la formación de un censo de votantes y la celebración de primarias para elegir a todos los candidatos, censo que estaría abierto a los no afiliados. A partir de octubre habrá que estar atento para verificar que esto se empieza a poner en marcha. Personalmente, después de la renuncia y de las críticas de Mikel Buesa, persona a la que otorgo gran credibilidad, creo que la pelota está en el tejado de Rosa Díez, quien debe demostrar ahora que las acusaciones de autoritarismo vertidas por Buesa no son ciertas. Las primarias pueden ser una buena prueba siempre que no sean un simple lavado de cara. La verdadera voluntad de regeneración democrática deberá verse primero en el propio partido. Si no, todo ese proyecto ilusionante habrá perdido toda la credibilidad. Ha llegado el tiempo en que el partido adopte su forma de funcionamiento definitiva: leninismo o democracia. De ello depende su propia supervivencia.

jueves, 16 de julio de 2009

Otra muerte "política" en Chechenia


Hace algo más de diez años, el Klemlin decidió entrar a sangre y fuego en Chechenia. Lo arrasaron todo. Finalmente, Moscú ha conseguido imponer su "orden". Como parte de ese terror, cuentan con un lugar destacado las desapariciones y muertes de periodistas que denuncian los excesos cometidos por el poder o que, en este caso, investigan posibles delitos cometidos al amparo y por orden del gobierno marioneta de Rusia en Chechenia. La joven activista Natalia Estemirova ha encontrado la muerte, mientras investigaba, a manos de unos salteadores presumiblemente enviados por encargo desde muy arriba. Un ejemplo bochornoso más del lamentable estado de degeneración al que ha llegado la Federación Rusa (si es que alguna vez estuvieron bien). Descanse en paz.

sábado, 11 de julio de 2009

Jurisdicción penal universal: ni un paso atrás

El Congreso de los diputados ha dado luz verde a la restricción de la jurisdicción penal universal. La intención de algunos grupos, empezando por el PSOE, es la de volver al criterio de la conexión con España para el posible enjuiciamiento de delitos de lesa humanidad. En esto, como en otras muchas cosas, el PP parece mostrar su acuerdo con el PSOE. Juntos van a conseguir dar un paso atrás en materia de defensa de los derechos humanos. Incluso otros partidos como Unión Progreso y Democracia (UPyD) han manifestado estar a favor de un reforzamiento del Tribunal Penal Internacional a la vez que de un recorte de la jurisdicción universal en España.

Esta postura, que seguramente no nos cansaremos de oír, no deja de ser la aparente cara amable de una reforma que, en realidad, es un retroceso importante en materia de la ya precaria protección de los derechos humanos. No debemos olvidar que las herramientas de las que dispone el derecho internacional son aún claramente deficientes. Esto se debe a que los sujetos de derecho internacional son los estados y los organismos internacionales. Son los propios estados violadores de los derechos humanos los que deben prestar su consentimiento mediante tratado para crear mecanismos de protección a nivel internacional como el Tribunal de la Haya. El cinismo de la postura de los grandes partidos y de UPyD radica en alabar las bondades de esos mecanismos internacionales de protección al tiempo que ocultan a la ciudadanía que esos mecanismos son inútiles cuando se trata de luchar contra las vulneraciones más flagrantes y, más a menudo, las más impunes. Sin duda, los países occidentales deben hacer un gran esfuerzo por lograr la democratización de países como China, para obtener un compromiso serio en la defensa de los derechos humanos. Pero la comunidad internacional no puede ni debe permanecer de brazos cruzados contemplando como la brutal represión se ceba con civiles inocentes en China, Irán y otros muchos países gobernados por las tiranías más sanguinarias.

Lo cierto es que la jurisdicción penal universal, si no es muy efectiva, sí logra acabar con parte de la impunidad de la que gozan algunos dirigentes mundiales y, en contra de lo que dicen algunos, no es cara ni colapsa la Audiencia Nacional (es un número ínfimo de casos). Por otro lado, cabe recordar que la jurisdicción penal universal responde a la necesidad de perseguir los casos más graves de infracción de los derechos humanos y no cualquier tipo de vulneración. Es, por tanto, una jurisdicción que se justifica por la gravedad que los delitos de lesa humanidad tienen y deben tener para la comunidad internacional. La postura adecuada que debe mantener España, en lugar de dar marcha atrás, es la de ser la adalid europea en esta materia. El gobierno debería impulsar la implantación en toda Europa de la jurisdicción penal universal, no su restricción. Sólo el compromiso del mayor número posible de países occidentales supondría un verdadero punto de inflexión en la materia. De lo contrario, el mensaje que el gobierno estará dando al mundo y a la opinión pública es que realmente no creemos que las vulneraciones más graves de los derechos humanos, se den dónde se den, nos afectan a todos. Nada más lejos de la realidad. La represión que hay en China no es un asunto interno al igual que los fusilamientos del 75 en España tampoco lo eran por más que Franco lo pretendiera. Por supuesto que todos los dictadores, todos los dirigentes de los partidos únicos, todos los déspotas quieren yacer tranquilamente en su cama esperando la última hora sin que les perturbe la acción de la justicia, pero eso no es lo que debe alentar un gobierno que se dice progresista. No hay postura neutral en este asunto ni razones de oportunidad que estén por encima de los derechos humanos.