sábado, 27 de agosto de 2011

El referéndum como debate superficial


Sarkozy habla de establecer un verdadero gobierno económico europeo

Desde que el 16 de agosto Angela Merkel y Nicolás Sarkozy propusieran la inclusión de un límite constitucional al déficit público en los países de la eurozona, España se ha dado mucha prisa y los dos principales partidos han acordado un texto para la reforma que se aprobará antes de la disolución de las Cortes. Esta reforma no requiere referéndum ya que no afecta a las materias que exigen reforma constitucional "súper-agravada". Sin embargo, muchos se han aventurado ya a pedirlo, diría que sobre el pensamiento naïve de que España tiene elección. ¿Desde cuándo?

Los países que entraron en el euro aceptaron formar parte de una Unión Económica y Monetaria. En los años de bonanza, sin embargo, sólo hemos visto las ventajas de esa Unión. La posibilidad de disfrutar de dinero barato para inflar la burbuja, y obtener un crecimiento irreal y rápido al tiempo que las administraciones públicas despilfarraban los ingresos extra. No obstante, la crisis llegó hace tres años y, con ella, se ha ido deshaciendo ese espejismo sin ningún fundamento económico. Los mercados financieros lo han puesto de relieve de forma virulenta, pero no infundada. No tenía ningún sentido que países como Grecia, Portugal, Irlanda, España o Italia pudieran tomar prestado casi al coste de Alemania, especialmente teniendo en cuenta los lugares que cada país, con sus circunstancias propias, había ido ocupando durante la crisis. Una Unión Monetaria con una unión fiscal tan laxa como la del Pacto de Estabilidad no podía funcionar, pero, claro, eso se ha visto ahora.

Esa Unión Monetaria nos ha puesto por tanto en la difícil situación de tener una moneda única para distintas economías con distintos problemas, distintas disciplinas fiscales y distintos emisores de deuda pública. Ya se sabe que el grupo se mueve a la velocidad de su miembro más débil y aquí es cuando se hizo evidente que la solidaridad era indispensable, pero no gratis. Todos los rescates han tenido un precio, para todos. No sólo para los contribuyentes de los países implicados en el rescate sino para los ciudadanos de los Estados donde se realizan las reformas impuestas como moneda de cambio. Lo que no entienden algunos es que no existe alternativa a esa solidaridad: es eso o la suspensión de pagos. De modo que todos aquellos que piden un referéndum constitucional se olvidan de que el Banco Central Europeo ya está comprando deuda española para mantener baja la prima de riesgo de España y que, de lo contrario, España dejaría de recibir fondos lo que la llevaría a una suspensión de pagos con el subsiguiente pánico financiero y una brutal depresión económica. A veces me pregunto si los partidarios del "no" es lo que quieren.

La cuestión aquí no es si efectivamente hay que reformar la constitución o no en ese sentido o si España pierde soberanía o no. La soberanía de facto en materia de política fiscal y financiera ya la perdimos hace tiempo, de forma especialmente visible desde mayo de 2010. La cuestión es cómo articulamos esa solidaridad europea, quiénes la administran, cómo se les elige y cómo se controlan. Tal y como funciona con la Europa de los Estados parece sencillo: Francia y Alemania mandan y José Luis y Mariano obedecen. De modo que no se trata de vernos como españoles que pierden soberanía sino como europeos que deberíamos ganarla.

Los que propugnan el "no" a la reforma son como los violinistas del Titanic interpretando las últimas notas de una Europa nacionalista donde los Estados aún son soberanos. Ahora va a funcionar todo por consenso, señores. Consenso en Bruselas (lo demás, como el acuerdo PSOE-PP son meros trámites burocráticos). Como apunta Gavin Hewitt en la BBC (ver abajo), la eurozona va a ir hacia un gobierno económico y lo va a hacer desde ya. Todo apunta a que seguirá la vieja fórmula, pero reforzada. Instrumentos como los eurobonos, ya lo han apuntado tanto Merkel como Sarkozy, sólo se pondrían en marcha en una fase final de esa integración fiscal. Ahí es a donde vamos, de modo que acostumbraos a reformas exprés de este tipo consensuadas, "impuestas" o "sugeridas" desde las instituciones europeas o reuniones franco-germanas. Así que, más que discutir si la reforma nos gusta más o menos, que es el debate superficial, hay que empezar a hablar ya de cómo están construyendo Europa sin preguntarnos y de si lo que queremos es esta Confederación con crecientes prerrogativas fiscales o un cambio importante de estructura hacia una UE más federal.


Spain's Parties Signal Constitution Changes On Deficit
NASDAQ.com, 26 August 2011

A balancing act
The Economist, 24 August 2011

Reforma exprés de la Constitución: en menos de un mes y sin referéndum
Vera Gutiérrez Calvo y Ramón Múñoz, El País, 23 de agosto 2011

An unpalatable solution
The Economist, 20 August 2011

By Gavin Hewitt, BBC News, 17 August 2011

BBC News, 16 August 2011

sábado, 20 de agosto de 2011

La cultura de los problemas

Los disturbios en Londres como catalizador de una “protesta” aleatoria, violenta y sin sentido me ha hecho pensar en el papel de los medios en todo esto. Si el 15M sigue con su ejemplar protesta política pacífica, ya no acapara apenas la atención de los medios (o ésa es la impresión que tengo) mientras cuestiones más novedosas y de mayor “atractivo” visual llaman la atención. Y es que no nos engañemos: para la gente que gusta de consumir morbo en la televisión, casas enteras ardiendo en Londres son mucho más interesantes que propuestas, debates, asambleas y demás actualidad sobre un movimiento cívico de protesta que tiene un mensaje de cambio y una estrategia no violenta coherente.

El 15M ya aburre y cansa a mucha gente, que no ve que sus protestas se transformen en cambios importantes en el largo plazo. Es la cultura de la inmediatez, en cierto modo, buena responsable también de lo sucedido en Inglaterra. Aquella cultura que premia la creación de problemas como forma de captar la atención, la que alienta este tipo de protestas y se olvida de las pacíficas. Lo que queremos lo queremos ya, pero nos hemos olvidado de que Roma no se construyó en un día y de que reformas políticas de calado exigen un debate social amplio, transversal y DURADERO. De lo contrario, los políticos no harán caso de peticiones que duren tanto como el estado del Facebook. Exigir sosegados debates para acabar con propuestas elaboradas que finalmente puedan tener un efecto en el debate político exige algo más que una indignación repentina y fugaz. Parte de la sociedad española, en cambio, no entiende esto y con su actitud sólo contribuye a apartar del debate político temas esenciales como la reforma de la ley electoral y la aplicación de medidas para mejorar la transparencia de las instituciones. Todo eso también es 15M, no sólo el tan denostado “perroflautismo” con sus llamativas propuestas cuasi-soviéticas de ocupar viviendas vacías y nacionalizar la banca. [Digresión: los “perroflautas”, por cierto, también son ciudadanos. Y dirigirse a ellos con este apelativo no parece, en cualquier caso, una actitud muy respetuosa o democrática. Sólo busca neutralizar el discurso del adversario político por la descalificación de la persona. Con actitudes así el mensaje es claro: no voy a entrar en el fondo del tema porque considero que no eres lo suficientemente bueno para este debate por ser un perroflauta.]

Y mientras tanto, los medios alimentan este proceso con más inmediatez, con más superficialidad. La esencia de la noticia es que impacte y sea novedosa. Mientras tanto, el “análisis” y la opinión gira con la misma caducidad entorno a la carnaza informativa: ávidos de escándalo, ansiosos por soltar su moralina con aires de señores respetables, los creadores de opinión se regocijan con acontecimientos que les permitan contar su historia. Me pregunto qué harían sin disturbios, con qué se ganarían la vida. A lo mejor, tendrían que hacer una verdadera labor periodística de indagación de las miserias del sistema corrupto que nos gobierna. Pero, claro, eso es más trabajoso y puede costar la vida. Si no, que se lo digan al periodista que destapó en “The Guardian” el caso de las escuchas ilegales de los Murdoch. Descanse en paz.

martes, 16 de agosto de 2011

RE: Visita papal

Con motivo de la visita del papa a España, y en respuesta al artículo de Pepe, expreso mi opinión en el tema.

Muchas personas deciden protestar contra la visita del papa, alegando como motivos, por ejemplo, el hecho de que los jóvenes que participen en el evento tengan un bono especial de transporte público, la ocupación de las calles, que el dinero del festejo provenga de las arcas públicas… Sin embargo, hemos de pensar que si no fuera por la visita del papa, la ciudad madrileña no hubiera reunido tantos visitantes, que de buen seguro, gastarán bastante dinero en la capital española.

Por otra parte, y siendo legítimas las protestas en contra del JMJ, sí que es verdad que los gastos serán estrictamente de seguridad y cuestiones básicas, y aunque con financiación del Estado, el evento contará con un balance económico positivo, que beneficiará a Madrid.

Y por último, viendo la polémica suscitada por la visita del papa, yo me pregunto, ¿todos estos que se quejan ahora se quejaban en el desfile del Orgullo Gay? Yo creo que no, y desde el punto de vista estrictamente económico son de carácter similar. ¿Desde cuándo por ser ateo hay que ser contrario a los actos religiosos? Si tan liberales son los que no tienen fe ninguna, no creo que les importe que el papa visite Madrid, y, sin embargo, sí que les importa, luego quizá no sean tan liberales.

En definitiva, cuando un evento produzca beneficio y atraiga turistas, bendícelo, y no lo desprecies. Que a ti la JMJ no te ha hecho nada.

P.D.: el autor no está en contra del desfile del Orgullo Gay, sino que es completamente tolerante con este tema.

RE: Visita papal

Con motivo de la visita del papa a España, y en respuesta al artículo de Pepe, expreso mi opinión en el tema.

Muchas personas deciden protestar contra la visita del papa, alegando como motivos, por ejemplo, el hecho de que los jóvenes que participen en el evento tengan un bono especial de transporte público, la ocupación de las calles, que el dinero del festejo provenga de las arcas públicas… Sin embargo, hemos de pensar que si no fuera por la visita del papa, la ciudad madrileña no hubiera reunido tantos visitantes, que de buen seguro, gastarán bastante dinero en la capital española.

Por otra parte, y siendo legítimas las protestas en contra del JMJ, sí que es verdad que los gastos serán estrictamente de seguridad y cuestiones básicas, y aunque con financiación del Estado, el evento contará con un balance económico positivo, que beneficiará a Madrid.

Y por último, viendo la polémica suscitada por la visita del papa, yo me pregunto, ¿todos estos que se quejan ahora se quejaban en el desfile del Orgullo Gay? Yo creo que no, y desde el punto de vista estrictamente económico son de carácter similar. ¿Desde cuándo por ser ateo hay que ser contrario a los actos religiosos? Si tan liberales son los que no tienen fe ninguna, no creo que les importe que el papa visite Madrid, y, sin embargo, sí que les importa, luego quizá no sean tan liberales.

En definitiva, cuando un evento produzca beneficio y atraiga turistas, bendícelo, y no lo desprecies. Que a ti la JMJ no te ha hecho nada.

P.D.: el autor no está en contra del desfile del Orgullo Gay, sino que es completamente tolerante con este tema.

lunes, 15 de agosto de 2011

Visita Papal

Lo que en cualquier país civilizado es lo más normal del mundo se considera en España una falta de respeto o algo fuera de lugar. El típico “si no les gusta el Papa, que no vayan, pero tampoco que protesten” forma parte diría yo de una complacencia con la iglesia católica propia de años de enseñanza religiosa que a veces parecen haber hecho mella en el sentido crítico de muchos.

Vistas las reacciones contra las protestas contra la visita del Papa, me parece de sentido común recordar algunas cuestiones. En primer lugar, que el Papa, como cualquier persona, especialmente como cabeza de una de las instituciones más poderosas y, sobre todo, influyentes del planeta, está sujeto a críticas. Que esas críticas son perfectamente legítimas en una sociedad democrática, siendo ésta una que valore la pluralidad de opiniones, también aquellas que molesten a una mayoría religiosa. Que dichas críticas y protestas deben realizarse respetando también a los católicos y los actos organizados con motivo de estas jornadas, que para eso los católicos son ciudadanos, como todos los demás para casi todo, y ciudadanos de primera en algunos asuntos.

Dicho esto, considero fuera de lugar la propuesta del 15M de ocupar colegios públicos ofrecidos con motivo de estas jornadas ya que interferiría en su puesta en marcha y desarrollo. Si bien esto no obsta que se proteste también por esta medida. El resto de protestas, incluido el boicot comercial están perfectamente amparados por la constitución. No veo por qué a algunos les indigna que haya gente que quiera protestar. Comprendo que puedan no estar de acuerdo, pero tampoco se puede pretender que la gente se calle porque sea el Papa el que habla.

De hecho, a modo de ejemplo de lo que sería deseable en este tipo de casos, citaría lo sucedido en septiembre del año pasado en Londres con motivo de la visita del Papa al Reino Unido, cuando una marcha de miles de personas tuvo lugar en el centro de Londres en contra de ciertas posturas que mantiene el Papa sobre ciertos asuntos como los anticonceptivos, la ordenación de mujeres, la homosexualidad o el abuso de menores en su seno. Esta manifestación se vivió con la mayor naturalidad incluso por miembros de la iglesia católica local, nada más lejos de algunas actitudes nacionalcatólicas que se ven en la sociedad española, por desgracia, no tan diversa en esto como la sociedad británica. En resumidas cuentas, resulta razonable que el Papa quiera visitar distintos países y encontrarse con sus comunidades allí donde va. No resulta tan razonable, en cambio, que haga manifestaciones que interfieren con el derecho interno (si quiere tener tratamiento de jefe de Estado que lo tenga para todo, no sólo para lo que lo quiere) ni que algunos se sorprendan porque haya quien quiera protestar y lo critiquen. Ese tipo de actitudes dicen mucho de un país y no para bien.

José Manuel Vidal, El Mundo, 7 de junio 2011

BBC News, 18 September 2010

domingo, 14 de agosto de 2011

Demócratas orgánicos

Cuando algún demócrata orgánico de pro dice que es ridículo ser antifranquista ahora que Franco se ha muerto, yo siempre pienso “más ridículo es ser franquista precisamente por eso”. Esta reflexión, en cambio, no encuentra mucho eco. Muchos deciden volver a los viejos esquemas ideológicos porque, perteneciendo como pertenecen, a la derecha, sienten como un ataque que algunos reparen a las víctimas de la guerra civil y del franquismo. Podríamos pensar que sería tan ridículo como que a un alemán de derechas le pareciera un agravio la reparación de las víctimas de la II Guerra Mundial y el nazismo, pero, por alguna razón extraña, esto no es aplicable aún a algunos sectores conservadores españoles.

Lo sucedido en Poyales del Hoyo la semana pasada, por desgracia, no confirma, como dicen algunos, el ansia revanchista de una izquierda que quiere revertir la historia y utilizar el miedo para que el PP no gane las elecciones. Por contra, pone en evidencia que una buena masa social de esa derecha aún justifica los miedos de cierta izquierda que se las ve y se las desea para hacer algo tan sencillo como leer un manifiesto contra el enterramiento en una fosa común del cementerio de Poyales del Hoyo de algo menos de una decena de fusilados a manos falangistas. Ni el PP absteniéndose o votando en contra de cualquier cosa que pase por el parlamento en relación al franquismo ni esos sabotajes de actos que, como mínimo, merecen el mismo respeto que cualquiera en una democracia, no sólo no quitan la razón a esos que imputan a la izquierda ánimos guerracivilistas que no existen sino que, además, nos hacen ver al resto de la población a esa derecha con más recelo y esas opciones electorales como “contaminadas” por no sé qué tipo extraño de “democratismo” [1] acomplejado con brotes tardofranquistas.

Lo he dicho muchas veces y lo seguiré repitiendo. Si la izquierda se arroga supuestamente ser la heredera de la República y la derecha sigue teniendo ese cariz de heredera de la dictadura, no es porque la izquierda haya hecho méritos sino porque la derecha democrática no ha sabido reivindicarse. Lejos de adoptar ambiguas posturas complacientes y alarmantemente ambiguas sobre el franquismo y sus víctimas, la derecha podría reconocerse heredera de su propia tradición democrática, también republicana, y reivindicar como propios algunos de los avances que trajo la República en los que, sin duda, tomó parte. Partidos como PNV y CiU, el primero diría que incluso más conservador que el PP, también son derechas, también son españolas y no tienen ninguna actitud ambigua respecto al franquismo. El hecho de que algunos vengan de familias acomodadas de la dictadura, no debería suponer una barrera ideológica para desvincularse de ese pasado y condenarlo, como también han hecho políticos y periodistas que ahora militan en la izquierda. Lo que algunos llaman cinismo, oportunismo, hipocresía o, incluso, ser un “chaquetero”, refiriéndose a personajes de la izquierda pertenecientes a ilustres familias del régimen, yo lo llamo decencia, que la vida da muchas vueltas y adaptación al cambio.

En su día, la derecha supo hacer la transición y traicionar los principios represivos a los que había jurado lealtad. Hubo algo, sin embargo, que no supo hacer: romper con ese pasado ni siquiera cuando su fantasma era lo suficientemente débil como para enfrentarlo sin temor. Si quieren hacernos creer que los medios de la izquierda se equivocan al inferir el miedo a la derecha de siempre, que lo demuestren. Con actitudes golpistas como las del fin de semana en Poyales del Hoyo, lo único que demuestran es que quieren a los “rojos” en una fosa común. Y eso no es lo que yo precisamente llamaría democrático ni siquiera sensato. Todas las víctimas de la guerra civil y el franquismo, no importa a manos de quien perdieran la vida, merecen una reparación pública. Muchos muertos a manos de republicanos ya tuvieron durante el franquismo esa reparación que ahora parece negársele a los muertos por falangistas. En el caso de Poyales del Hoyo, esa reparación pasa por seguir enterradas en un nicho en el cementerio del pueblo, no ser devueltas a una fosa común que, aunque sea otra distinta, no deja de ser tan común como aquella de la que venían: una fosa, como tantas, que debería avergonzarnos a todos no enfrentarnos y llevarnos a boicots ridículos.

[1] “Democratismo” no existe.

Aitor Riveiro, El País, 7 de agosto 2011

jueves, 11 de agosto de 2011

El debate surgido en Reino Unido

Siguiendo con el análisis de los disturbios y como se está viviendo esto en el Reino Unido, ayer pude ver un programa de la BBC 2 entre las 10-11 de la noche en el que se hacía alusión a diversas causas. La percepción mayoritaria parece que es que se trata de puro vandalismo, es lo que parecen avalar las encuestan y también las propias imágenes de los disturbios. Numerosas tiendas de productos electrónicos y ropa han sido asaltadas. Sorprende, eso sí, la precocidad de algunos “looters”, alguno de hasta 11 años de edad. Y el debate social que se ha armado es, por tanto, colosal.

David Cameron está jugando a la mano dura. Discurso estricto de responsabilidad individual, expresiones de disgusto, términos duros como “sickening”. Según él, una parte de esta sociedad está enferma. Probablemente tenga razón. Por otro lado, los laboristas juegan un discurso de mayor responsabilidad colectiva. Parten de la base de que son actos de vandalismo inaceptables, pero quieren ver más allá: hablan de insuficientes medios para la policía y del agravamiento de la situación de los más desfavorecidos por los recortes en el gasto público. La diputada Diane Abbott insinuaba anoche en la ese canal que con los laboristas en el gobierno no ha habido disturbios. No sé qué querría dar a entender.

Lo que sí parece es que no es un tema racial (a pesar de que las muertes de Birmingham han podido levantar resquemores entre la comunidad asiática y negra). El artículo de la BBC que os traigo abajo da datos: “sólo” siete muertes por disparos de la policía en los últimos tres años, todos eran blancos menos el último, Mark Duggan. En cualquier caso, aquí puede que hubiera contado más la percepción errónea de que la policía tirotea siempre a minorías étnicas más que la estadística. Tampoco parece que haya sido así ni que ésta fuera la verdadera motivación de los violentos. Una vez más, nos remitimos a los actos de saqueo.

Por otro lado hay dos cuestiones que van de la mano. Se ha hablado mucho de una falta de valores, de una sociedad hiperindividualista que exacerba el consumismo. Se habla mucho de una cultura del “entitlement” según la cual estos jóvenes tienen derecho a todo y ninguna obligación. Factores que han podido influir en esto de forma determinante son una pobre educación y la cultura de "benefits", gran desconocida en España. Un sector nada desdeñable de la sociedad británica fue apartada en los ochenta del mercado laboral por Margaret Tatcher. Era gente que se consideró que no podía trabajar y se les dio, por tanto, un dinero al mes por parte del Estado, más ayudas en viviendas y ayudas municipales. Así indefinidamente. Desde entonces hay un segmento de la población que vive sin trabajar y tiene difíciles perspectivas de reinsertarse. En algunos casos, con sobradas razones médicas. En demasiados, me temo, se ha abusado del sistema de “benefits”. Esto, añadido a las ayudas por maternidad ha llevado a que muchos niños se hayan criado en familias donde ninguno de los padres trabajaba: una vida de holgazanería y, seguramente, algo de economía sumergida para sacar un dinero extra. Un ambiente que no parece de lo más propicio para criar a un ciudadano respetuoso con la ley.

Por último, parece que ya tenemos perfil del asaltante: varón joven de entre 20 y 24 años con antecedentes por robo y otros delitos relacionados. El perfil, no obstante, es muy provisional porque la muestra son varias decenas de detenidos que ya han sido juzgados frente a unos mil quinientos que han sido detenidos por el momento. En cualquier caso, seguirá por un tiempo el debate. La cultura de las bandas juveniles, la violencia de la música rap, incluso la ausencia de un adecuado rol masculino en la familia serán apuntados como factores que predisponen a este tipo de conductas anti-sociales. Y esto cuando los recortes aún no se han hecho notar. Si la policía verá finalmente recortado su presupuesto en un 25 % o no es otro debate, probablemente, el más encarnizado en los próximos días. Puede que en esto la coalición claudique.

BBC News, 11 August 2011


BBC News, 11 August 2011


BBC News, 11 August 2011

miércoles, 10 de agosto de 2011

Impresiones de los disturbios

Emails de empresa informando de los acontecimientos y dando avisos de seguridad; imágenes en la televisión de edificios enteros ardiendo en Londres; amigos avisando en Facebook de que va a haber problemas en tu ciudad mediana a media hora de Londres; amigos de España preguntando qué pasa y familiares interesándose por uno a causa de los disturbios… Son cosas que nunca me habría imaginado que iba a vivir en este país. Aunque diría que no lo tengo idealizado, tenía la idea de que este no es el tipo de cosas que pasan en el Reino Unido. Como yo, muchos se han sorprendido de lo que está pasando y de la pobre imagen que está dando en el exterior, por no mencionar las olimpiadas en menos de un año. Parece que, después de todo, sí que va a ser verdad aquello que decían en la BBC en julio de que la seguridad es aún el mayor reto de los organizadores.

Y es que si bien es cierto que Londres tiene sus barrios conflictivos y que en este país ha habido muchas tensiones raciales, ni tenía la impresión de que hubiera en Londres un equivalente a las afueras de Paris ni pensaba que esas tensiones raciales siguieran ahí. Sobre lo primero, poco puedo decir, quizás lo más útil sea ir a estadísticas de criminalidad en París y en Londres y comparar. Me temo que no me he tomado la molestia. Sobre lo segundo sí puedo decir que en mi día a día no he vivido ninguna tensión racial. Más al contrario, diría que estoy acostumbrado a una diversidad racial y cultural muy amplia sin que ello haya generado tensiones. Mi impresión hasta el momento es que la sociedad británica es muy acogedora y multiétnica. Si percibo, en cambio, que existe un problema de desigualdad social. La misma impresión que me había dado mi mera observación me parece confirmada por los disturbios. Éstos no han sido fruto de un grupo racial o religioso concreto, han sido provocados, de hecho, por una multitud violenta tan diversa como la sociedad británica misma me atrevería a decir. En las imágenes de los sospechosos se ve a gente de todas las razas, desde luego, también a varones y mujeres y, sin duda, casi siempre jóvenes. El común denominador, aparte de la edad, parece ser el estatus socioeconómico.

Y lo más preocupante no es, desde mi punto de vista, que exista estratos de la sociedad más desfavorecidos sino que los niños en esas familias no vayan a tener apenas oportunidades de salir de esos círculos de exclusión. La educación en este país ya era cara, pero después de los recortes y la reforma de las tasas universitarias, la educación superior es ya prohibitiva. Hasta 9.000 £ al año durante tres años es mucho dinero, un montón de deuda que se empezaría a pagar sólo cuando se gana por encima de un determinado sueldo, pero que endeuda a largo plazo a los estudiantes y frena, por tanto, el acceso a la educación. Muchos, sin duda, se lo piensan dos veces y optan por empezar a trabajar o hacer alguna “apprenticeship”, vías que antes o después les frenará sus perspectivas laborales por falta de cualificación.

Lo sorprendente de todo esto, en cambio, no es que los vándalos protesten contra el abuso de poder de la policía o contra los recortes en educación. Los disturbios parecen más una excusa para asaltar comercios que una forma de hacer llegar un mensaje de protesta al gobierno y al resto de la sociedad. El hecho de que algunos se hayan organizado por Blackberry Messenger le hace a uno incluso preguntarse si, de verdad, su situación económica es tan mala. La gratuidad de los actos de violencia vistos en Inglaterra los últimos días deja a los británicos tan atónitos como al resto del mundo. Después de todo, parece sorprendente que tanta gente se organice de forma tan espontánea y aprovechando el desafortunado incidente de Mark Duggan para asaltar y robar comercios.


Walter Oppenheimer, El País, 10 de agosto 2011


Anthony Coyle, El País, 9 de agosto 2011

martes, 9 de agosto de 2011

USA & Europe politics

An interesting commentary on “Der Spiegel” by Jakob Augstein gives the insight of what many Europeans may think: despite all our differences, we, Europeans, share an understanding of politics, the role of the state, democracy and equality, some sort of common sense that doesn’t seem so common on the other side of the Atlantic, what also used to be considered Western world but, according to Jakob's criteria, cannot be included in it anymore.

What’s the reason for such a categorical statement? Recent negotiations to raise debt ceiling in the US have shown that a right wing extremist minority has the ability and, far worse, the willingness to blackmail the government of its own country and put international financial stability at risk to enforce its own policies without any compromise. As Jakob states, it’s not everything about this political mood though. Social inequality and government inability to raise taxes are some of the peculiar features that makes the US different to Europe. I’m not saying that raising taxes is necessarily a solution, especially in Europe, but I think I don’t misunderstand Jakob’s words when I see astonished how only 1 % of the Americans make 25 % of the national income despite this percentage involved 12 % just 25 years ago and would be even higher if we looked at the late 60’s figures.

As I learned from “The Conscience of a Liberal” by Paul Krugman, social inequality has been a problem in the US since the conservative movement took over US politics since Ronald Reagan in the 80’s. The conservative agenda included, among other things, diminishing the power of unions in the companies through regulation and this increasing less relevance of Unions within the enterprises in the US led to a decrease in salaries in real terms over the years. This, combined with taxes reductions that only targeted high income tax-payers, has been one of the main drivers of this concerning increase in social inequality. Growth, unlike in the post-war period, didn’t have the same effect as it didn’t really reached the majority of the families, those middle classes that are, more than ever, in risk of extinction.

What lessons must be learned then after this recent episode in American politics put in context of conservative movement and this new brand "Tea Party". On this side of the Atlantic, things don’t seem to go better. I rather see Jakob’s view a bit optimistic, probably enhanced by the point that he's living in Germany. It’s true that the largest EU economy is doing well but the reality is that our European model, despite pursuing the right goals, seems to fail because of an excessive intervention. Back to how politics must be done, there’s something to be taken into account though: we should avoid extremism as seen in the US, keep supporting the values that make us Europeans and, in these times of uncertainty, demand more transparency and a down-to-earth economic reform that enhance growth through more opened markets whilst increasing social equality, mainly, through public education and health systems, which should be kept at all cost.

I apologise for any mistake as English is my second language


***
Regarding this post:

Der Spiegel, 4 August 2011

The New York Times, 31 July 2011

On this site:
The Concience of a Liberal (Spanish), 3 January 2011

sábado, 6 de agosto de 2011

Looking at the future of Europe

Translation by Google Translate personally reviewed and amended

The fiscal problems in the Eurozone are a threat to the stability of the EU, including the stability of the global economy. However, it is also an opportunity to wonder what is the way forward, to re-consider the future of the EU and I am not referring to the near future but to the coming decades, to where we really want the EU to go and what measures must be taken.

I consider myself European. I think that in a world of giants like USA, China, India, Russia or Brazil, European localism is absurd. At the moment of truth, the Europeans share many more things than we think. We have very homogeneous political systems, common interests, a relatively homogeneous vision of what we mean by progress and the society in which we want to live. We are only separated by a linguistic and cultural diversity that is extremely enriching and makes Europe one of the most diverse regions to live in the world.

So I think the way for Europe is the federation of states. Not a United States of Europe. That would not work: we are not as homogeneous nor share the lifestyle nor much of the mentality. Europeans are different and a federation should include these differences, but a federal structure itself would help. The greatest challenge is today, by contrast, states. National leaders are taking advantage of an unsatisfactory European experience and a nationalist rhetoric to deter the citizens of the idea of greater integration. The danger, however, does not come from that integration, if done well, but the petty desire to artificially maintain a confederal model in a Europe of nation states that is declining, which has been on the second row on the international scene for a long time.

Anyone who looks at the global picture can tell that the lights are not upon us anymore and that if they are, is for bad: for our sovereign debt crisis that threatens global financial stability and economic prosperity of other countries in the world. Europe must stop to become a frustrated utopia itself and evolve into something new. It is not true that a democracy can not be crowded and with a great diversity of languages: there is the example of India. In Europe we also have something that is not there: a great tradition of human rights protection, an institution like the Council of Europe (vanguard of this protection) and a front line democratic culture in a diverse and pluralistic societies.

COMMON LANGUAGE
It is true that sharing a common language would help. In that sense, I am a strong advocate of promoting a real bilingualism in English in the EU. If the Dutch and the Scandinavians can do it, there is no reason why the Mediterranean peoples should sentence ourselves to ostracism of linguistic isolation. States have in compulsory education a very powerful tool. However, the amount of vested interests and lack of awareness of politicians unable to communicate in a language other than Spanish seems to condemn future generations to the same isolation. A profound reform of education system with immersion in English and Anglophone teachers is the first step.

From there, the demand for video and written content in English is a logical consequence. In addition to facilitating the political cohesion and not to do unthinkable a Czech candidate rally in Dos Hermanas (town in Seville province), this would have the advantage of facilitating the mobility of professionals, opening an unimaginable range of possibilities now. Since language differences are major barriers between people beyond culture, sharing a language would put us in disposition to deal either with a Spanish or an Austrian, greatly enriching our personal lives too, not just our career.

Far from being seen as a threat, bilingualism would be an opportunity. Far from reaching the confusing mix of languages in which there are often people who, like me, have learned a second language as adults, bilingualism would lead to a more natural and more peaceful coexistence of the languages. The only major hurdle would be, again, the status quo and the reluctance of those who do not speak English for fear that future bilingual generations may sweep them in the future. Experience shows, however, that to survive we must be open to change. Neither Europe nor Spain can afford to live apart from English. Bilingualism would improve our trade relations with the outside world and open the doors of our country to a more diverse and enriching immigration, which was not predominantly Latin-American.

FEDERAL STATE
Having said all this, a European federal state appears even more utopian than a Spain or a France where one can open a bank account in English. However, a classical federal structure is essential in terms of democratic health if we keep going forward in the Union. States will be tempted to go further in fiscal integration, which could end up in an European treasure, but they will avoid at all costs European politics: that is, an elected president and a parliament with real legislative powers. The first is, however, impossible without the second. Greater integration will lead, ultimately, to the public perception that Europe is about burning us with taxes and about four presidents of VIP countries managing the show. Such Union would eventually blow up the European dream and end up making politically unfeasible European fiscal Union and, who knows?, monetary union. The structure of this new state would be very debatable, but clearly should be designed in terms of checks and balances of powers and clear rules of transparency.

But most important of all, European citizenship has not yet become aware of all this, and worse, seems to recede more and more of Europeanism. Europe is for many people more than a place to live, a place to go on holidays and sometimes not even that. Nothing of this is possible to carry out without convinced Europeans. Who knows if, after all, Europeans are not up to the mark of a common project? The rest of the world may laugh. Less competition for them. We are to follow our little local issues and our rusty old glories shine. Meanwhile, the world will continue spinning and no longer look at Europe.

Mirando al futuro de Europa

Los problemas fiscales en la eurozona son una amenaza para la estabilidad de la UE, incluso para la estabilidad de la economía mundial. Sin embargo, también es una oportunidad para plantearnos cuál es el camino a seguir, para volver a reflexionar sobre el futuro de la UE y no me refiero ya al futuro próximo sino a las próximas décadas adónde queremos realmente que la UE vaya y qué medidas hay que adoptar para ello.

Yo me considero europeísta. Creo que en un mundo de gigantes como EEUU, China, la India, Rusia o Brasil, es absurdo el localismo europeo. A la hora de la verdad, los europeos compartimos muchas más cosas de las que pensamos. Tenemos sistemas políticos muy homogéneos, intereses comunes, una visión relativamente homogénea de lo que entendemos por progreso y de la sociedad en la que queremos vivir. Tan sólo nos separa una diversidad lingüística y cultural que es sumamente enriquecedora y que convierte a Europa en una de las regiones del globo más heterogéneas donde vivir.

Por eso creo que el camino de Europa es la federación de los Estados. No unos Estados Unidos de Europa. Eso no funcionaría: no somos ni tan homogéneos ni compartimos el estilo de vida ni buena parte de la mentalidad. Los europeos somos diferentes y una federación debería incluir esas diferencias, pero una estructura federal sí ayudaría. El mayor escollo son hoy por hoy, por el contrario, los Estados. Los líderes nacionales se aprovechan de una experiencia europea insatisfactoria y de la retórica nacionalista para alejar a los ciudadanos de la idea de una mayor integración. El peligro, no obstante, no viene de esa integración, si se hace bien, sino del anhelo mezquino de mantener artificialmente un modelo confederal en una Europa de Estados-naciones que es decadente, que lleva en la segunda fila de la escena internacional desde hace mucho.

Cualquiera que mire al panorama mundial se puede dar cuenta de que los focos no están sobre nosotros nunca más y de que, si lo están, es para lo malo: por nuestra crisis de deuda soberana que amenaza la estabilidad financiera internacional y la prosperidad económica de otros países del planeta. Europa debe dejar de convertirse en una utopía frustrada de sí misma y evolucionar hacia algo nuevo. No es cierto que no sea posible una democracia superpoblada y con una gran diversidad linguística: ahí está el ejemplo de la India. En Europa, además, tenemos algo que no tienen allí: una gran tradición de protección de los derechos humanos, una institución como el Consejo Europeo (vanguardia en esa protección) y una cultura democrática de primera línea en unas sociedades diversas y plurales.

IDIOMA COMÚN
Es cierto que compartir un idioma común ayudaría. En ese sentido, yo soy un firme defensor de impulsar un bilingüismo real con el inglés en toda la UE. Si los holandeses y los escandinavos pueden hacerlo, no hay razón para que los pueblos mediterráneos nos autocondenemos al ostracismo del aislamiento lingüístico. Los Estados tienen en la educación obligatoria un instrumento muy poderoso. Sin embargo, la cantidad de intereses creados y la falta de conciencia de unos políticos incapaces de comunicarse en una lengua distinta de las españolas parece condenar a las generaciones futuras al mismo aislamiento. Una profunda reforma del sistema educativo con una inmersión linguística en inglés y un personal docente angloparlante es el primer paso.

A partir de ahí, la demanda de contenido audiovisual y escrito en inglés es una consecuencia lógica. Además de facilitar la cohesión política y de no hacer impensable que un candidato checo de un mitin en Dos Hermanas (localidad en la provincia de Sevilla), esto tendrá la gran ventaja de facilitar la movilidad laboral de los profesionales, abriendo un campo de posibilidades ahora inimaginable. Desde que las diferencias lingüísticas son las mayores barreras entre personas, más allá de culturas, compartir un idioma nos pondría disposición de tratar indistintamente con un español o con un austríaco, enriqueciendo enormemente también nuestra vida personal, no sólo profesional.


Lejos de ser vista como una amenaza, el bilingüismo sería un oportunidad. Lejos de llegar a la confusa mezcla de idiomas en la que se encuentran a menudo personas que, como yo, hemos aprendido el segundo idioma como adultos, el bilingüismo llevaría a un uso más natural y a una convivencia más pacífica de los idiomas. El único gran escollo volvería a ser, de nuevo, el status quo y las reticencias de aquellos que no hablan inglés por miedo a que las nuevas generaciones bilingües pudieran barrerles en el futuro. La experiencia nos dice, en cambio, que para sobrevivir hay que estar abierto al cambio. Ni Europa ni España puede permitirse seguir viviendo al margen del inglés. El bilingüismo mejoraría nuestras relaciones comerciales con el resto del mundo y abriría las puertas de nuestro país a una inmigración más diversa y enriquecedora, que no fuera predominantemente latinoamericana.

UN ESTADO FEDERAL
Dicho todo esto, un Estado federal europeo parece incluso más utópico que una España o una Francia en la que uno se pueda abrir una cuenta bancaria en inglés. Sin embargo, una estructura federal clásica se hace imprescindible en términos de salud democrática si se sigue avanzando en la Unión. Los Estados tendrán la tentación de ir hacia una mayor integración fiscal, lo que podría acabar en un tesoro europeo, pero evitarán a toda costa una política europea: esto es, un presidente electo y un parlamento con verdaderos poderes legislativos. La primera es, en cambio, inviable sin la segunda. Una mayor integración fiscal llevará, a la larga, la percepción a los ciudadanos de que Europa va de freírnos a impuestos y de que cuatro señores/as, presidentes de países VIP, manejen el cotarro. Ese tipo de Unión llevaría a la larga a dinamitar el suelo político europeo y terminaría haciendo inviable hasta la Unión fiscal y, ¿quién sabe?, la monetaria. La estructura de ese nuevo Estado sería muy discutible, pero debería diseñarse claramente en términos de pesos y contrapesos de los poderes y con unas normas de transparencia claras.

Pero lo más importante de todo esto es que la ciudadanía europea aún no ha adquirido conciencia de todo esto y, lo que es peor, parece alejarse cada vez más del europeísmo. Europa es para muchos más que un lugar donde vivir, un lugar donde ir de vacaciones y a veces ni eso. Sin europeos convencidos nada de esto es posible de llevar a cabo. ¿Quién sabe si, después de todo, los europeos no están a la altura de un proyecto único? En el resto del mundo quizás se rían. Menos competencia para ellos. Nosotros que sigamos con nuestras cositas locales y nuestro lustre oxidado de viejas glorias. Mientras tanto, el mundo seguirá girando y ya no mirará a Europa.

martes, 2 de agosto de 2011

LA GENEALOGÍA DE LA MORAL (1887)

Friedrich Nietzsche
Alianza Editorial.
220 páginas.

La Genealogía de la Moral es la historia de una transvaloración, de una inversión de los valores morales de la sociedad. Desde el punto de vista del autor, lo que inicialmente era considerado “bueno”, la moral aristocrática (llena de vitalidad, de fuerza, de energía), ha pasado a ser considerado malvado mientras que los que encarnaban lo “malo” (aquellos débiles, mansos, mediocres ávidos de venganza contra los nobles) han conseguido que su moral, su ideal ascético haya pasado a ser lo bueno. De esta forma, a través del cristianismo, de la moral judeo-cristiana encarnada en el pueblo hebreo, el pueblo ascético por excelencia, se ha producido un cambio radical en la moral.

Sobre la base de esta premisa, Nietzsche contruirá a lo largo de la obra una crítica despiadada, implacable contra esa transvaloración y, especialmente, contra la “mala conciencia” creada por esa moral de esclavos para finalmente arremeter furibundamente contra el ideal ascético y la figura del “sacerdote asceta”. Durante todo ese recorrido, el lector percibe a un Nietzsche cada vez más apasionado. Éste, lejos de ser un ensayo tranquilo, parece más bien un texto gritado, más que escrito, entre aspavientos y golpes. Se lo recomiendo a todo aquél que desee adentrarse en la más tenebrosa oscuridad de nuestra ética, en sus propias entrañas, que pueden no gustar en absoluto.