sábado, 2 de octubre de 2010

LA BARRACA


Vicente Blasco Ibáñez



Esta genial novela del apodado por algunos como escritor costumbrista es más que una tragedia campesina. Su tratamiento de la temática social en el contexto de la España rural de finales del XIX la hace mucho más interesante. La huerta de una vega valenciana es el escenario de la novela. En un ambiente cerrado y cruel cargado de superstición e injusticias tuvo lugar una tragedia hacía diez años. Un resignado y laborioso labrador es desahuciado por la Guardia Civil de las tierras que habían trabajado sus ascendientes. Barret, así se llamaba, empujado por una ira incontrolable y sin nada que perder, asesinó al dueño de las tierras. Dando con sus huesos en la cárcel e indultada su pena capital por el gobierno, acabó muriendo en presidio por alguna enfermedad. Desde el momento del desahucio se iría preparando la tragedia, sobre la que trata la novela y para la cual la historia del tío Barret no es más que el comienzo. La barraca de Barret quedó desahibatada, sus tierras incultas y sobre ella se fue forjando, desde el interés y la superstición de un pueblo inculto, una maldición. Nadie habría de ocupar más esas tierras, a nadie se le ocurriría volver a cultivarlas. Su salvaje presencia recordaba a los dueños la tragedia y los hacía, desde el temor, más indulgentes con los labradores. Cuando el pobre Batistet y su familia aceptaron cultivar y habitar esas tierras malditas, ignoraban que el peligro era mayor que la supervivencia que ansiaban encontrar en el sustento labrado por sus propias manos. Todo un pueblo se conjuró para hacer palpable esa maldición: nadie iba a cultivar nuevamente esas tierras y, mucho menos, un forastero.

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