sábado, 10 de septiembre de 2011

Política de chiringuito

El 5 de septiembre fui a la playa como actividad habitual de mis vacaciones y, desde la toalla donde leía, pude escuchar parte de los comentarios de un señor que estaba en el chiringuito, un señor popular, con un acento malagueño cerrado y, parece ser, una trayectoria profesional en la construcción. Las pocas frases que dijo las dijo bien altas, llenas de indignación.

Poco más o menos venía a decir: "Aquí había una caza que ze iba a 'ce, pero al final lo pararon e'to' [el PSOE]. Porque lo' del PP llegaban y decían: ¿tú que quiere' hace'?, y te dejaban. Dejaban co'truí to' lo que quiziera'. Luego ze llevarían dinero por ahí por comisione' a lo que zea, pero por lo meno' dejaban que ze co'truyera y había trabaho... Yo con lo' do' e'to' me he quedao parao: con el Felipe y con e'te... Con el bigote' eze, no." Después de unos comentarios más sobre el ex alcalde de Vélez Málaga, la conversación paró y el hombre, al que no pude ver, me había dejado claro que en estas elecciones generalísimas va a haber un vuelco.

No es ya que los funcionarios estén contrariados por la bajada de sueldo o que los pensionistas tengan motivos también para castigar al gobierno. El gobierno de Zapatero es en el imaginario colectivo de los españoles el gran responsable de la crisis, el responsable de que gente como este señor se haya quedado en paro, "como con Felipe". Él dijo tener claro que la política le daba igual, pero acto seguido afirmó de pasado que con el bigotes era con el único con el que había tenido siempre trabajo "de una obra a otra" (se refería a Aznar, no al tipo del caso Gürtel). Y ese es el sentir general de buena parte de la población española, especialmente de aquella que trabajaba en la construcción, a pie de obra, que probablemente suele ser abstencionista por esa mencionada indiferencia política, pero que no van a dejar que el PSOE les vuelva a, digamos, quitar el trabajo una vez más.

Y la verdad es que este sentir general no es del todo acertado. Es cierto que la política económica del gobierno ha agravado la crisis financiera internacional: la primera y esta segunda de la deuda pública, y aumentado los efectos de nuestro doméstico estallido de la burbuja inmobiliaria, que se habría producido igualmente bajo un gobierno conservador, pero lo que es cierto es que al PSOE no le van a perdonar esa coincidencia caprichosa del destino, esa que parece indicar que los socialistas son mucho peores gestionando crisis y unos derrochadores gestionando los años de bonanza económica. En el fondo, el problema es estructural del sistema, ya que sin estas burbujas crediticias el sistema estaría a salvo de ciclos tan acusados provocados por pánicos financieros respaldados por numerosas inversiones irresponsables en la economía real.

Pero hay otra parte preocupante de ese discurso popular. Y es un discurso muy extendido en ciertos sectores. Para muchos españoles parece que la corrupción política no es un problema mientras todos puedan beneficiarse del pastel de una forma u otra, en el caso de este trabajador de la construcción, construyendo aunque sea en obras autorizadas con comisiones ilegales, por ejemplo. Esta forma de ver la política y la economía forma parte quizás de cierta idiosincrasia española que está berlusconizando nuestro país, que lo ha berlusconizado ya en buena medida con casos como el del país valenciano o Marbella entre otros muchos. Por desgracia, los ejemplos de ciudadanos que miran para otro lado y respaldan a políticos populistas con gobiernos corruptos tampoco faltan. Puede que buena parte de este apoyo se deba a una falta de alternativa, pero otra buena parte se explica por una grave carencia de un sentido de la moralidad en la actuación de los políticos y los cargos públicos, además de una ignorancia peligrosa sobre los efectos perniciosos que sobre la economía local tienen este tipo de gobiernos mafiosos.

Uno de los grandes retos del gobierno entrante después del 20N será mermar la corrupción autonómica y local. Y para ello, además de incidir en la vía policial y judicial, hace falta un nuevo modelo de urbanismo en el que los ayuntamientos no tengan tanto poder y en el que se potencie la transparencia y el control. Como conseguir esto ya es otro tema. Lo que sí parece claro es que el PP va a ganar las próximas elecciones y que, si las cosas siguen mal, a muchos se les pueden caer muchos mitos. El PP puede tener otros cuadros, gobernar más austeramente, etc, etc, pero la etapa de anterior crecimiento se alcanzó, en buena medida, por una burbuja de la construcción. Si los conservadores vuelven a encomendarse a San Ladrillo, seguramente acabará sonando la flauta, otra cosa bien distinta es que señores como el del chiringuito se acuerden o sepan si quiera que esa nueva burbuja tiene los días contados y que habrá de estallar antes o después. Es lo que tienen los años buenos: la gente es muy desmemoriada.

2 comentarios:

Miguel dijo...

Es curioso como has transcrito al hombre ese tan simpático.

Saludos!;)

Pepe Soldado dijo...

He intentado ser lo más fiel al original dentro de lo que permitía mi memoria :)