sábado, 24 de enero de 2009

Sobre la conveniencia de una España federal


El debate sobre la conveniencia de que España se configure como un Estado federal no tiene ninguna presencia en la vida política española. Es un asunto casi desagradable del que nadie quiere hablar y sobre el que se ha hecho mucha demagogia (confundiendo federación con confederación, etc.). Sin embargo, la ausencia de ese debate es más un síntoma que un elemento de normalidad.


España se configura como un Estado Autonómico con semejanzas con el modelo italiano de Estado Regional. No obstante, en los últimos tiempos hemos asistido a un paulatino desbordamiento del sistema y a su mutación de facto. Actualmente, las Comunidades Autónomas gestionan la mayor parte del presupuesto y, lo más importante, la inmensa mayoría de las competencias, muchas de gran trascendencia tanto política como económica, y, por supuesto, todas ellas con una gran relevancia práctica para el ciudadano. El nuestro, es un país más descentralizado que otros que sí son federales de pleno derecho como Alemania. Esto genera ventajas para algunas comunidades bien gestionadas, puede provocar una competitividad sana para todos, pero, en cualquier caso, genera desigualdades entre españoles y, especialmente, dificulta la libre residencia por el territorio nacional en una Europa sin fronteras internas.


Este proceso ha ido acercando a España a un modelo federal por la vía de los hechos, pero el sistema surgido de esa mutación carece de elementos importantes de los que sí está dotado el Estado federal y que hacen que sea un modelo más estable e, incluso, eficiente. Las semejanzas que tiene el sistema actual con el modelo federal son varias. En primer lugar, el alto grado de descentralización. En segundo lugar, los estatutos de autonomía nuevos tienen la estructura de una constitución (parte dogmática y parte orgánica). Esto en la práctica se traduce en que las autonomías han querido ser como los estados federados pues éstos sí tienen una constitución como norma de mayor rango en su territorio, sólo subordinada a la constitución federal. En tercer lugar, la Constitución española tiene una tabla de competencias del Estado, al igual que las constituciones federales. Esta tabla se ve complementada con otra de las competencias de las autonomías, más cercano al modelo regional. No obstante, esto se ve descompensado hacia las autonomías ya que éstas pueden atribuirse aquellas competencias que no estén incluidas expresamente en la Constitución (disposición propia del Estado federal aunque la Constitución no la contempla de forma idéntica). Por último, el análogo del principio de lealtad en nuestro sistema sería el principio de solidaridad interterritorial, dicho mal y pronto.


El principal problema de nuestro sistema es que no está cerrado y que carecemos de un tribunal que ponga límites a dichos desbordamientos con nuestro equivalente a la commerce clause americana. No porque no exista el Tribunal o el principio sino porque, en la práctica, no se aplica. En Estados Unidos, todas las medidas o disposiciones de los Estados federados que los tribunales han considerado que obstaculizaban la libertad de comercio a nivel federal han sido erradicadas del ordenamiento. Sencillamente declaradas nulas por contravenir la commerce clause. Hay que decir que los jueces americanos han sido sumamente estrictos a la hora de aplicar esta cláusula, pero eso, sin embargo, ha ayudado a configurar un sistema más homogéneo.


Partiendo de estas premisas, esto es, el modelo territorial español se asemeja fuertemente a un modelo federal incompleto, una de las soluciones posibles sería hacer de España un Estado federal completo y bien estructurado. Puestos a imaginar, podríamos modificar la Constitución. España se constituiría en un Estado federal compuesto por los Estados federados de Andalucía, Cantabria, Cataluña… Dichos estados federados se regirían por una constitución, subordinada a la federal, y serían idénticos porque el federalismo es en sí un modelo simétrico y no al revés (eso excluye cualquier privilegio foral o tributario). La nueva Constitución federal tendría una única tabla de competencias del Estado federal y las demás competencias estarían atribuidas a los estados federados. Esta es la mejor parte porque, según se hiciera la reforma, nos permitiría configurar un Estado federal con más competencias que el Estado central actual. Esto se puede ver reforzado con una reforma importante del legislativo, que sería más cercano a un modelo alemán. El objetivo de esta reforma sería que en la Cámara Baja se debatieran asuntos de interés general del Estado federal y la Cámara Alta fuera una asamblea de los gobiernos federados que sólo pudiese decidir sobre las materias que afectasen a sus competencias. Así, llevaríamos el debate territorial sólo a una cámara y evitaríamos el efecto pernicioso que, sobre la vida pública, tiene la escasa, pero relevante representación nacionalista. Este objetivo se puede conseguir con diversas reformas de la ley electoral. El poder legislativo quedaría entonces mejor estructurado. Se aseguraría un debate nacional en los asuntos comunes y, por otro lado, una fuerte capacidad de decisión de los gobiernos federados sobre los asuntos de su competencia (gobiernos federados de un amplio espectro ideológico).


Soñar, sin embargo, es gratis. Todos podemos imaginarnos las dificultades que tendría esto con un nacionalismo periférico abiertamente secesionista. De modo, que es una reforma a pactar claramente entre las dos grandes fuerzas políticas que aún se dicen estatales (o qué sé yo). Otro gran obstáculo que tendría el nuevo Estado federal se da actualmente con nuestras autonomías. Resulta evidente que un alto nivel de descentralización es difícilmente compatible con un Estado Social como el nuestro ya que se generan grandes diferencias en las prestaciones sociales de un territorio a otro. De modo que habría que buscar fórmulas para garantizar un mínimo de asistencia homogénea para todos los ciudadanos. Es por eso que un Estado fuertemente descentralizado es más compatible con un Estado liberal donde esas diferencias en las prestaciones es más difícil que se dé. Aunque sin duda la mayor ventaja del cambio es que la gente, al ver, al oír: Estado de Madrid o Estado de Cataluña cobraría conciencia real del nivel de descentralización porque ahora el auténtico problema es que el pueblo llano sigue pensando, en el fondo, que eso de las autonomías es algo de juguete que montaron para que se entretuviera Pujol cuando, en realidad, hemos llegado a un punto en el que el único ministerio con competencias exclusivas es el de Defensa y eso hasta que se cree un ejército europeo.


La cuestión de fondo es precisamente nominal. En España tememos llamarnos Estado federal aunque beneficie al Estado central y dé estabilidad al sistema. Preferimos ser un Estado autonómico desbordado donde todo es posible, pero en el que Cataluña sea una Comunidad Autónoma y no un Estado federado. Aunque ya puestos a soñar, llegará el día en el que este debate se plantee con seriedad, con rigor y sin sentimentalismos… Será ese día en el que los grandes males de España se habrán curado para siempre… Ese día en el que no necesitaremos reformas.

10 comentarios:

Israelem dijo...

Buena entrada, en general de acuerdo con el análisis ya que el actual sistema de las autonomías se ha pervertido hasta el límite de ya quisieran los sistemas federales tener el nivel de libertad que el nuestro.

Siempre se ha comentado que el sistema de las autonomías es 100% español, no existe una figura jurídica como esa, además de que el gran problema fue el artículo (no recuerdo el número) en el que se podía ceder todo a las autonomías (o casi), de forma que como bien dices nunca terminas de cerrar la descentralización.

Así que un estado federal en algunas cuestiones sería incluso peor para los nacionalistas.

Un saludo.

Pepe Soldado dijo...

Pues sí. No es que sea peor para los nacionalistas. Es que Alemania tiene un techo electoral del 5 % para entrar en el Bundestag, la Cámara baja, lo que hace imposible que entre ningún nacionalismo o regionalismo sino es mediante alianzas (como hacen los nacionalistas en las europeas). No es que defienda copiar literalmente el modelo alemán, pero creo que sería muy positivo un sistema parecido. Creo que el problema de hacer algo así es más el nombre 'federalismo' que el propio sistema, que sería mejor para España.

Un saludo.

Israelem dijo...

Eso ya se ha comentado muchas veces, el poner un mínimo para entrar. No es tan descabellado, no sé si en la reforma que redactadaron DENAES junto a varias asociaciones viene, pero sería interesante si puedes que le echaras un vistazo.

En este caso, no es precisamente hacia el federalismo la orientación de la reforma, pero bueno.

Pepe Soldado dijo...

No sé. La verdad es que yo no soy partidario de eso, pero sí de eliminar la provincia como circunscripción electoral porque eso favorece enormemente al nacionalismo y no es realmente representativo. De todas las reformas hay que buscar en cualquier caso la menos lesiva para la representación fiel de la soberanía nacional porque en última instancia debemos recordar que no queremos manipular la representación sino perfeccionarla y así mejorar la democracia.

Anónimo dijo...

De acuerdo con la mayoría del planteamiento, Pepe. No obstante, no creo que la solución al tema del excesivo protagonismo de los nacionalistas en el congreso sea poner un mínimo para entrar, sino cambiar el modelo de elecciones a una circunscripción única donde los votos realmente valgan todos iguales y no se pierdan por el camino. Si por este sistema llegan partidos nacionalistas al congreso no es justo tratar de expulsarlos del mismo puesto que estarían ahí por decisión de los ciudadanos y sin favoritismos a la hora de asignar los escaños como ocurre en la actualidad.

Pepe Soldado dijo...

Es justo lo que quiero decir en mi penúltimo comentario: se trata de mejorar la democracia, no de adulterarla con listones infranqueables para los nacionalistas.

rrrrr dijo...

Pepe, eso de que el actual sistema electoral favorece a los partidos nacionalistas es una mentira difundida desde PP y PSOE.

Pongamos por ejemplo las últimas elecciones: a IU y a UPyD sacan respectivamente (creo recordar) 12 y 5 escaños menos de lo que les tocaría en un sistema electoral puramente proporcional. ¿Sabes cuántos de más sacaron PP y PSOE? El PP creo que 6 y el PSOE 9.
Así las cosas, ¿qué importa que al PNV o a CC le hayan tocado un escaño más o un escaño menos?
Además es totalmente ilógico eso de que los grandes beneficiados del sistema son los nacionalistas. Si fuera así, ya se encargarían PP y/o PSOE de cambiar la ley electoral. No lo hacen porque NO LES CONVIENE.

No encuentro ahora mismo la gráfica en la que vi esto claramente representado (se publicó en elpais.com, pero hace un año de eso). En cualquier caso, dejo este link: http://www.elpais.com/articulo/espana/IU/le/salen/cuentas/elpepuesp/20080311elpepinac_24/Tes

Téngase en cuenta que este artículo es de El País, medio totalmente afín al PSOE. Para que critique un sistema que beneficia al PSOE, es que tiene que saltar a la vista lo malo que es. Y es que es muy malo.

Esta equivocación tan extendida en España es una auténtica desgracia nacional.

Pepe Soldado dijo...

Es verdad que la Ley D'Hont favorece el reparto de escaños entre los dos partidos más votados en la circunscripción. Luego, es verdad que la ley electoral favorece al PP y al PSOE porque son los más votados en casi todas las circunscripciones. Sin embargo, también favorece a los partidos nacionalistas que sí son los más votados en determinadas provincias como el PNV en el País Vasco y CiU en Cataluña, por ejemplo. Entonces, ¿qué pasa? La suma de la Ley D'Hont y circunscripción provincial favorece a los nacionalistas en tanto que son los más votados en determinadas provincias y excluye la posibilidad de que haya un tercer partido nacional bisagra (lo que da aún más poder a los nacionalistas). Mi propuesta es hacer circunscripciones autonómicas y una más nacional con 50 diputados para el Congreso (lo cual posibilitaría la existencia de ese tercer partido y mejoraría la representación). Por otro lado, convertiría al Senado en una asamblea de representantes de los gobiernos autonómicos donde se debatirían sólo los asuntos de competencia compartida con las Comunidades Autonómicas. Es un modelo parecido al alemán y, en mi opinión, más representativo, más práctico y más eficiente. Piensa que así todo lo que sea competencia exclusiva del Estado se sometería a votación sólo en el Congreso y lo demás, en ambas Cámaras.

Republica bananera dijo...

El problema raiz de nuestro sistema es que por una parte al presidente del gobierno es nombrado por el parlamento y no por los votantes, y por otra que las compentencias correspondientes a las comunidades no están fijas en la consitución y siempre se pueden negociar.

Hay que eliminar este sistema cancerígeno llamado estado autonómico. Yo soy faborable del sistema federal si no se quiere el estado centralizado: las compentencias de los estados son X y el esto es del estado federal. Fuera las negociaciones, fuera la asimetría de competencias. Los estados se organizan su constitución y leyes como gusten, mientras no contradigan ninguna ley del estado ni la constitución española.

Y con lo del nacionalismo periférico..... se soluciona eligiendo al jefe del estado (república) en circuscripción única y elección directa.

Te puedo adelantar que no querran - los nacionalistas - un modelo federal y repúblicano (no existen monarquías federales). Por ejemplo, California ha quebrado y Estados Unidos ya les ha dicho que no piensa ayudarles, se tienen que buscar la vida. ¿Os imaginais diciendole lo mismo ZP a Cataluña?

Pepe Soldado dijo...

La verdad es que está el caso de Canadá, que es una monarquía y un Estado federal (si bien un tanto 'sui generis'). La verdad es que no hay problema en tener una monarquía federal siempre que sea parlamentaria aunque yo prefiero una república parlamentaria y federal similar a la alemana.

Un saludo.