La cuestión que se ha suscitado sobre la prohibición de fumar en todos los espacios públicos cerrados debe plantearse como un conflicto entre dos valores fundamentales, a saber, la libertad y el derecho a la salud.
Toda restricción de la libertad sólo puede justificarse en la medida en que la acción concreta prohibida lesione los derechos de los demás. En todos los demás casos, la soberanía del individuo sobre sí mismo es absoluta. Así lo planteaba John Stuart Mill en “Sobre la Libertad” (“On Liberty”, 1859) y ésa debe ser, a mi modo de ver, la línea que delimite en qué punto es legítima la intervención de la sociedad o del Estado sobre las conductas de los individuos. Partiendo de esta premisa, el conflicto se plantea en el momento en que un fumador atente contra el derecho a la salud de los demás. En ese caso, la intervención del Estado mediante la prohibición de fumar sí estaría justificada y sería legítima. Lo cierto es que la costumbre ha permitido hasta hace pocos años que quien quisiera, en abuso de su libertad, fumara en perjuicio del resto en cualquier espacio cerrado. Eso ha ido cambiando progresivamente. Sin embargo, aún existen espacios de impunidad para ese abuso. La nueva ley busca acabar con esto.
No obstante, si bien es loable que las autoridades públicas quieran proteger nuestro derecho a la salud, no deben excederse en su protección hasta el punto de prohibir que se habiliten zonas especiales para fumadores en aquellos lugares en los que el espacio lo permita. Es cierto que, a falta de zonas especiales, la norma debe ser la prohibición de fumar aunque eso no obsta la búsqueda de soluciones intermedias que satisfagan ambos derechos. Lo ideal sería que quien quisiera pudiera fumar sin que los demás fueran molestados, pero esto parece que ya no está en la agenda del Gobierno. Tal vez desconfíen de la eficacia de una norma tan permisiva en el país creador de la picaresca o simplemente recelen de la libertad de los ciudadanos y crean más apropiado imponer en todos los casos, sin ambages, al nuevo tirano de nuestro tiempo: nuestro propio bienestar.
6 comentarios:
Quizás prohibir fumar en cualquier caso en un bar, restaurante o establecimiento similar no sea del todo justo para los fumadores, pero yo sigo pensando que lo más justo es que no lo puedan hacer.
También está la queja muy justificada de los hosteleros, que hace unos años se vieron obligados a gastarse su dinero para habilitar una zona de fumadores y otra de no fumadores en sus locales y ahora, de golpe y porrazo, el mismo Gobierno dice que no, que ni separación ni nada, no se permite fumar. ¿Por qué no hicieron eso desde el principio evitando de esta forma que estos hosteleros malgastasen su dinero (y hablamos de cifras de miles de euros)?
En fin, una solución intermedia sería prohibir fumar en general, pero dejando a los dueños de locales con una superficie razonablemente grande decidir si habilitan una zona para fumadores.
¿Funcionará tu entrada igual que la de Isra...? Espero que sí ;)
La verdad es que la inflexibilidad de la nueva normativa en lo que se refiere a la habilitación de zonas especiales es incomprensible, especialmente cuando ya hay muchos locales que han hecho las inversiones para habilitar esas zonas. Por lo demás, creo que la regla general debe ser la prohibición porque, en caso de conflicto, debe prevalecer el derecho a la salud (la libertad no es ilimitada).
Un saludo.
Una opinión muy acertada. Si realmente un local es lo suficientemente grande como para albergar una zona de fumadores en la que no se moleste en absoluto al resto, entonces no seré yo quien proteste, máxime cuando esto es compatible con la ley anterior.
Lo que no comparto es la defensa que otros hacen de locales "sólo para fumadores" con la libertad del dueño como premisa. No estamos hablando de fumaderos, sino de locales de ocio a los que también querrán entrar no fumadores que se verán afectados tanto si entran (por el humo) como si no (porque no han entrado y querían hacerlo).
Es cierto que si un fumador quiere entrar en un local pequeño en el que no se permite fumar también se verá en una situación parecida, pero es él quien está llevando a cabo la actitud potencialmente dañina para el resto, con lo cual lo veo justo.
Saludos :)
Bienvenida al blog, Ada.
La verdad es que los locales 'sólo para fumadores' son un coladero que tan sólo redundaría en el perjuicio del derecho a la salud de todos y en un abuso de la libertad de los fumadores. La realidad es que ésa ha sido la situación hasta el 2005. Los dueños de los locales podían prohibir fumar al igual que hay locales donde no está permitido jugar a las cartas, pero nadie lo prohibía.
Esta es una falsa postura liberal que aboga por dejar que el mercado se autoregule también en estos casos. Sin embargo, ningún liberal defiende que la protección de los derechos individuales se deje en manos de la 'autoregulación'. Más al contrario, entendemos que la regulación está precisamente para proteger nuestros derechos. No me cabe la menor duda de que nuestro derecho a la salud debe ser protegido y de que la norma general debe ser la prohibición de fumar.
Un saludo.
Pepe, aquí tienes un regalito:
http://elmundoderafalillo.blogspot.com/2009/12/premios-para-el-mundo-de-rafalillo.html
Por tu blog, que, aunque me consta que no tiene muchas visitas, estoy seguro que con el tiempo se hará más importante ;)
Muchas gracias. Son pocas visitas, pero fieles.
Un saludo y ¡Feliz Navidad!
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