Isaac Asimov es bien conocido por sus obras de ciencia ficción e, incluso, aunque menos, por sus obras de divulgación científica. Sin embargo, también era un gran divulgador de la historia. Tiene numerosos libros escritos sobre este tema (Grecia antigua, Roma, Egipto, la formación de Inglaterra...). Entre ellos, se incluyen sus tres libros sobre la historia de los Estados Unidos, a saber, El nacimiento de los Estados Unidos (1763-1816), Los Estados Unidos desde 1816 hasta la Guerra Civil y Los Estados Unidos desde la Guerra Civil hasta la Primera Guerra Mundial.
Su gran rasgo como difusor de la historia es su claridad. Escribe de un modo muy trasparente y sirve de esa forma de una manera especialmente útil a aquellos lectores menos doctos en historia. Es, por tanto, una obra muy interesante para aquellos que quieran tener un primer contacto, en este caso, con la historia de los EEUU. No obstante, no hay que confundir esta claridad con la falta de rigor. Al tiempo que nos narra los acontecimientos históricos con una gran sencillez, Asimov nos ubica en el contexto histórico, sociológico, incluso cultural y científico en el que tiene lugar ese devenir histórico sin aburrirnos, por ello, con detallismos minuciosos que a la postre nos impidan ver el cuadro completo.
Por otro lado, en lo que respecta al contenido de esta serie, resulta interesantísimo acercarse a la historia de ese gran desconocido que es EEUU. Es frecuente en Europa, como en todas partes, que tengamos una visión estereotipada y simplista de ese país. Y, sin embargo, como nación, con toda la historia que tiene a sus espaldas, resulta ser fascinante. Sin duda, no es oro todo lo que reluce. A lo largo de la serie el lector descubre con amargura las manchas de esa historia: la persistencia de la esclavitud y la discriminación racista con la democracia; el exterminio y la reclusión de los indios en reservas cada vez más pequeñas; el uso y, a veces, abuso de la fuerza contra sus países vecinos, incluso contra la propia España en 1898; la corrupción política; la negativa a asumir inmigración culturalmente alejada... Y es que EEUU no deja de ser un país de mujeres y hombres, con sus imperfecciones y también con sus grandezas.
Después de todo hay algo que enamora en su historia: su capacidad para lograr el progreso individual y colectivo desde el más profundo respeto a las instituciones representativas que se han dado. Por ello, a pesar de todas las imperfecciones, siempre debemos recordar todos sus logros en materia de democracia y derechos humanos. Allí fue donde primero radicó la libertad religiosa en occidente, donde primero se declararon los derechos humanos con rango constitucional, donde primero se instauró un sistema representativo de plena soberanía nacional, donde se inició la lucha por los derechos de las mujeres... Lo que más me impresionaba conforme leía los tres libros era la inevitable comparación con la propia historia de España.
Nosotros aún seguíamos en el antiguo régimen mientras para ellos ya era una rutina acudir a las urnas cada dos años en legislativas y cada cuatro en presidenciales; cuando para ellos ya eran habituales las convenciones de los partidos para elegir candidatos a la presidencia; cuando ellos vivían ya bajo un régimen de opinión pública; cuando ellos ya tenían, no sólo los tres poderes bien definidos y separados (cosa que la historia demostró particularmente bien), sino también el cuarto poder. Mientras nosotros jugábamos a ser un poquito liberales entre pronunciamiento y pronunciamiento de espadones, ellos ya venían de vuelta y media en problemas que aún nos siguen siendo de suma actualidad: la inmigración, la corrupción. Ellos ya tenían periódicos que denunciaban a los políticos corruptos, a ellos también se les planteó cómo integrar a aquellos inmigrantes tan distantes culturalmente como los chinos o los japoneses, pasando por los más cercanos católicos mediterráneos e irlandeses. Finalmente, cuando uno contempla el avance de las ideas progresistas en la sociedad norteamericana de principios del siglo XX, se da cuenta de que no sólo hay personas adelantadas a su tiempo sino pueblos, países adelantados a su tiempo. Mientras Europa era corrompida por el socialismo y el imperialismo, mientras Europa se sumía en el desastre de una guerra fratricida y loca, Estados Unidos, su presidente pacifista, Woodrow Wilson, se dispuso a ayudarnos. Y lo hicieron. Sin ellos, Europa ya hubiera sido un erial prusiano desde 1918. Los catorce puntos de Wilson representan para mí la benefactora influencia que podía ejercer en Europa su antaño hermano pequeño. Una lástima que no consiguiera detener las ansias de venganza de Francia.
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Referencias bibliográficas:
- Asimov, Isaac: El nacimiento de los Estados Unidos (1763-1816) [The Birth of the United States 1763-1816, 1974], Alianza Editorial, España, 2008.
- Asimov, Isaac: Los Estados Unidos desde 1816 hasta la Guerra Civil [Our Federal Union – The Union States from 1816 to 1865, 1975], Alianza Editorial, España, 2007.
- Asimov, Isaac: Los Estados Unidos desde la Guerra Civil hasta la Primera Guerra Mundial [The Golden Door – The United States from 1865 to 1918, 1977], Alianza Editorial, España, 2008.
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