sábado, 15 de noviembre de 2008

Cómo cerrar Guantánamo


Recientemente hemos sabido que el equipo del presidente electo de EEUU, Barack Obama, está concretando el cierre del centro de detención Camp Delta en la base norteamericana de Guantánamo en Cuba. Esto es de por sí una buena noticia, un motivo de alegría. Felicito a Obama por todo lo que esto supone: la corrección de uno de los peores errores de EEUU. Aunque la pregunta que se plantea es qué va a pasar con los presos.


Lo cierto es que no sabemos realmente cómo se va a llevar a cabo todo el proceso, pero parece que va a estar rodeado de excepcionalidad. La propuesta demócrata que hemos conocido contempla el traslado a otros países de unos 60 detenidos susceptibles de ser puestos en libertad, la celebración de juicios ante tribunales ordinarios y, en los casos más sensibles para la seguridad nacional, la celebración de juicios ante tribunales especiales. Esto es lo que no se puede asumir. EEUU ha sido tremendamente imprudente al secuestrar a estas personas a lo largo y ancho del mundo y al haberlas mantenido detenidas ilegalmente. Ha sido EEUU quien ha vulnerado los principios más elementales del derecho en las democracias occidentales. Son ellos quienes deben, más tarde o más temprano, asumir las consecuencias de lo que han hecho, poner en libertad a aquéllos contra los que no puedan formular acusación alguna, llevar a los demás detenidos ante el juez competente (si es que lo hay en EEUU) y asumir que puedan ser puestos en libertad por falta de pruebas o incluso absueltos tras juicios ordinarios.


Lo que no es asumible es que se cambie una situación de irregularidad por otra de excepción que permita convertir en legal lo que ha supuesto una vulneración de los derechos humanos más elementales. De modo que le reclamo desde aquí al Sr. Obama que sea consecuente con sus convicciones democráticas: nada de tribunales de excepción. El respeto por los derechos humanos exige una respuesta intachable por parte de los Estados, situaciones como las de Guantánamo socaban desde dentro las democracias incluso con más fiereza que el propio mal que se persigue combatir. Por ello, no caben excepciones a la hora de reparar un error semejante.


Por supuesto, otra cuestión a dilucidar es quiénes son los responsables de esos secuestros, y de la instalación y mantenimiento de ese campo (autores intelectuales incluidos). Todos deberían ser juzgados y el Estado debería indemnizar a los detenidos por todos los daños causados. Claro que pedir justicia parece demasiado... De momento conformémonos con el cierre de Guantánamo, con el cese de los secuestros y con que todos sean juzgados en tribunales ordinarios.

Noticia de elmundo.es

Noticia en The Huffington Post

1 comentario:

Miguel dijo...

Bien hecho Pepe, pero no exijas demasiado.