martes, 3 de agosto de 2010

LA CARTUJA DE PARMA


Stendhal
Círculo de lectores.
486 páginas.

La novela es un género noble y completo gracias a las obras de los mejores autores del realismo del siglo XIX. Entre ellos, Stendhal fue el precursor. Es la novela como un espejo a lo largo del camino, un fiel reflejo de la realidad. Este autor francés la ha ennoblecido enormemente con su prosa. Su estilo es muy limpio, casi parece una disección de la realidad. Sus historias, complejas, están repletas de personajes, de tramas, de complicaciones. La novela refleja toda la historia de largos años, con todos sus vaivenes, con los vuelcos que da la vida. Los personajes evolucionan, son complejos, se sofistican. La magia de un libro como éste es la seducción que ejerce sobre el lector. Sus casi quinientas páginas se leen en apenas veinte días. Stendhal convierte al personaje principal en uno de nuestros protagonistas. Sin duda, cobra tanta vida propia, no sólo el personaje sino también su sociedad, su época, que uno amaga a creer que ha sido cierto, que lo ha visto con sus propios ojos. Probablemente, acabe cobrando tanta verosimilitud porque está inspirada por una historia real que le contaron al autor en una visita a Italia.

La historia de la Cartuja de Parma es la de Fabricio del Dongo, pero no sólo de él. La Cartuja de Parma no es más que un lugar de retiro, es el símbolo de un fracaso, de una vida truncada que continúa, desengañada y sin esperanza, en la inercia de la vida palaciega, de las intrigas cortesanas. Por otro lado, Stendhal refleja fielmente la vida de las cortes absolutas, no sólo sus intrigas, que son excelentes en la novela, sino sus personajes: el príncipe; la madre; su hijo; el fiscal Rassi, luego ministro; los jueces, marionetas del monarca... y, sobre todo, los liberales y los jacobinos, las bestias negras de esos regímenes agonizantes. Es el mejor espejo que conozco. Te invito a contemplar la Europa de hace doscientos años.

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