martes, 14 de diciembre de 2010

Discurso de Mario Vargas Llosa por el Nobel

Hace unos días pude disfrutar, no sin cierto retraso, del discurso dado por el Premio Nobel de Literatura de este año, Mario Vargas Llosa, y no quería dejar pasar la oportunidad de compartirlo con vosotros porque es un discurso brillante no exento de momentos muy emotivos.

Esencialmente, se trata de un elogio de la literatura, de la necesidad de la ficción, de la ficción como motor de progreso de la humanidad, pero, también, como arma contra la "insuficiencia" de la vida y, yo diría, contra sus sinsabores. Es un elogio de la democracia y de la libertad, no sin un paseo por el recorrido ideológico y vital del escritor. En su juventud fue marxista –reconoce–, pero luego las desilusiones y algunas buenas influencias intelectuales como Isaiah Berlin o Karl Popper, le hicieron volverse liberal. Pero en definitiva lo más fructífero del discurso reside en la extraordinaria sensibilidad del escritor que destaca la capacidad de la literatura para llegar por igual a todos los seres humanos, su capacidad de traspasar las barreras de los prejuicios, las nacionalidades, las religiones y demás muros que nos separan o que algunos tratan de construir para separarnos.

Para Vargas Llosa la literatura no es un medio de vida. Claro que es su profesión y que disfruta de una posición acomodada por ella, pero para él es ante todo una forma de vivir porque probablemente sin ella, tampoco sin su mujer, no pudiera haber seguido adelante. Y es así como nos lleva a su pérdida del paraíso de la infancia y a la ficción como un refugio. “Mario, tú sólo sirves para escribir” –dice el Nobel citando a su mujer. "¡Menos mal que ha podido dedicarse a ello!" –pensamos los demás con alivio.









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