lunes, 28 de diciembre de 2009

Albert Einstein


Se producía un eclipse solar muy esperado el 29 de marzo de 1919. Había un científico alemán, un tal Albert Einstein, que se atrevió a desafiar a la comunidad científica de la época. Había en Brasil y en África occidental (islas) grupos de astrónomos con sus cámaras y listos para fotografiar las estrellas en cuanto el Sol quedara oculto detrás de la Luna. Según ese tal Albert Einstein la trayectoria rectilínea de la luz de las estrellas se vería alterada debido a la masa del Sol. Esto haría que su trayectoria se doblara hacia el astro. Las fotografías estaban hechas, sólo faltaba comprobrar que la "posición" de las estrellas había cambiado comparando dichas fotografías con las de la misma región estelar sólo que tomadas de noche, es decir, con el Sol bien lejitos. La posición había cambiado. Así se demostró que la luz es algo material y no inmaterial como se creía hasta entonces. Se había comprobado una de las muchas teorías del mayor genio de la historia. Hoy día se siguen comprobando teorías de Albert Einstein.

Albert Einstein nació en Alemania el 14 de marzo de 1879. Tuvo dificultades para empezar a hablar y sus padres llegaron a pensar que era retrasado mental. En la educación secundaria no era un estudiante brillante y se aburría con los métodos de enseñanza de la Alemania de la época. Einstein cuando era joven partió hacia Zurich donde se matriculó y donde salió a luz su insólito talento para las matemáticas y para la física. Einstein no encontró empleo docente en ninguna universidad pero logró un puesto en la oficina de patentes de Berna. Allí encontró un lugar donde estudiar y pensar. Pensó por ejemplo en la opinión que tenían los físicos acerca de la propagación de la luz. Los físicos pensaban que la luz se propagaba en el espacio vacío y que utilizaba como soporte una sustancia llamada éter. Este éter ocuparía todo el espacio y a través de su vibración se producirían las ondas luminosas. Se pensaba también que, tomando como punto de referencia el éter, se podía medir el movimiento de la Tierra.

Había habido otros descubrimientos en aquella época como el del polonio y el uranio, sustancias que emitían cantidades ingentes de energía ¿De dónde salía? ¿ Tal vez habría que derrumbar el edificio establecido de la física? En 1905, a la edad de 26 años, Einstein publicaba un libro con sus ideas acerca de todas estas cuestiones. En ese libro exponía que la velocidad de la luz es constante y que no puede existir ni movimiento absoluto ni falta absoluta de movimiento. Decía también que materia y energía son dos partes de la misma cosa y que la materia se puede convertir en energía y viceversa. Esto hizo que Einstein adquiriera fama y en 1909 le valió una cátedra en la Universidad de Praga y en 1913 fue nombrado director del nuevo instituto de investigación de Berlín, el Instituto de Física Kaiser Wilhem. En 1915 publicó un artículo en el que exponía nuevas ideas acerca de la fuerza gravitatoria. En 1921 recibió el premio Nobel de Física fruto de una explicación lógica al efecto fotoeléctrico y por sus teorías del movimiento browniano.

Einstein se mantuvo en Estados Unidos en la época de reinado nazi. En aquella época trabajó en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, New Jersey. Enrico Fermi comenzó a bombardear elementos con una partícula subatómica recién descubierta, el neutrón. Al bombardear uranio se liberaba una cantidad de energía muy superior que con la radiactividad (esto lo descubrieron otros científicos y no Enrico Fermi). Einstein mandó una carta al presidente Roosevelt diciéndole que la bomba atómica era una posibilidad real debido a este hallazgo.

Einstein murió el 18 de Abril de 1955. Hasta ese mismo día urgió al mundo a llegar a algún acuerdo que desterrara para siempre las guerras nucleares.

Redes: programados para creer


El 27 de septiembre de 2009, Redes, de Eduard Punset, emitió un interesante programa en el que se nos muestra cómo la forma que nuestro cerebro tiene de ver e interpretar la realidad hace que estemos "programados para creer". Vamos, dicho mal y pronto, destinados o, según algunos, condenados a creer en cosas que se escapan a toda lógica, a toda razón, a todo empirismo, a la ciencia misma. Y es que el pensamiento mágico es probablemente el elemento que más nos diferencia de los animales irracionales. Aunque visto lo visto, eso de que esos animales sean irracionales aún está por ver. Os dejo el enlace al programa:

sábado, 26 de diciembre de 2009

¡Felices Fiestas!


Ahora que estamos a caballo entre la Navidad y la Nochevieja, quería aprovechar para desearos unas felices fiestas: ¡Feliz Navidad y próspero año nuevo!

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Como hace relativamente poco ya hice un pequeño balance del último año en nuestro primer aniversario, no quiero entretenerme demasiado en repasar lo que ha significado el 2009 para este blog. Sin duda, la mayor y más reciente novedad ha sido la incorporación de Miguel, que ha sido muy satisfactoria. Gracias a él y a un pequeño esfuerzo por mi parte, el blog va ganando en diversidad de contenidos. Espero contribuir a una constante renovación de los temas que hagan de este blog una plataforma dinámica sobre la actualidad y la cultura.

Un saludo a todos y mis mejores deseos para 2010.

martes, 22 de diciembre de 2009

Prohibido fumar: la libertad y el derecho a la salud


La cuestión que se ha suscitado sobre la prohibición de fumar en todos los espacios públicos cerrados debe plantearse como un conflicto entre dos valores fundamentales, a saber, la libertad y el derecho a la salud.

Toda restricción de la libertad sólo puede justificarse en la medida en que la acción concreta prohibida lesione los derechos de los demás. En todos los demás casos, la soberanía del individuo sobre sí mismo es absoluta. Así lo planteaba John Stuart Mill en “Sobre la Libertad” (“On Liberty”, 1859) y ésa debe ser, a mi modo de ver, la línea que delimite en qué punto es legítima la intervención de la sociedad o del Estado sobre las conductas de los individuos. Partiendo de esta premisa, el conflicto se plantea en el momento en que un fumador atente contra el derecho a la salud de los demás. En ese caso, la intervención del Estado mediante la prohibición de fumar sí estaría justificada y sería legítima. Lo cierto es que la costumbre ha permitido hasta hace pocos años que quien quisiera, en abuso de su libertad, fumara en perjuicio del resto en cualquier espacio cerrado. Eso ha ido cambiando progresivamente. Sin embargo, aún existen espacios de impunidad para ese abuso. La nueva ley busca acabar con esto.

No obstante, si bien es loable que las autoridades públicas quieran proteger nuestro derecho a la salud, no deben excederse en su protección hasta el punto de prohibir que se habiliten zonas especiales para fumadores en aquellos lugares en los que el espacio lo permita. Es cierto que, a falta de zonas especiales, la norma debe ser la prohibición de fumar aunque eso no obsta la búsqueda de soluciones intermedias que satisfagan ambos derechos. Lo ideal sería que quien quisiera pudiera fumar sin que los demás fueran molestados, pero esto parece que ya no está en la agenda del Gobierno. Tal vez desconfíen de la eficacia de una norma tan permisiva en el país creador de la picaresca o simplemente recelen de la libertad de los ciudadanos y crean más apropiado imponer en todos los casos, sin ambages, al nuevo tirano de nuestro tiempo: nuestro propio bienestar.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Contestación al artículo de Manuel Pastor 'Notas sobre un coloquio en el círculo de Bellas Artes'

Lo prometido es deuda y el miércoles 11 de noviembre quedé en comentar un artículo de Manuel Pastor publicado en Libertad Digital sobre la mesa-coloquio del Pensamiento liberal en la actualidad que tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el pasado día 3 del mismo mes. Así y confiando que hayáis leído ese artículo, voy a citar y a comentar alguna de sus partes.

Comienzo con la siguiente cita de Manuel Pastor: “Irene Lozano, colaboradora de ABC, es una mujer joven con evidente talento, pero Vargas Llosa tuvo que matizar y corregir algunas de sus opiniones un poco excesivas o radicales acerca de la democracia liberal.”
Irene Lozano intervino para decir que la democracia española estaba secuestrada por lo partidos políticos y que, por ello, no tenía la impresión de estar verdaderamente en una democracia. Lo que yo entendí de sus palabras fue que los partidos actuales hacen imposible una verdadera representación de los ciudadanos. Sin embargo, Vargas Llosa, prevenido por la posible mala interpretación que podía hacerse de ese mensaje advirtió del peligro de pensar que la democracia es posible sin partidos políticos y que éstos son la causa de todos los males del sistema porque, añadió, que algunos políticos lo habían empleado para imponer sistemas autoritarios personalistas. A continuación, Irene Lozano se prestó a aclarar que su mensaje no había ido contra los partidos como institución, que ella cree necesaria, sino contra los partidos que actualmente monopolizan y, de hecho, impiden el acceso al poder de los ciudadanos. Luego no creo que se diera tal corrección sino tan sólo una aclaración.

Más adelante en su artículo, Manuel Pastor dice: “Tampoco nadie objetó nada a que Lozano mencionara como modelos liberales a John Stuart Mill en su etapa final, pese a que él mismo hablaba entonces de 'socialismo liberal'”.
Una vez más rezuma la animadversión que algunos liberales vestidos de conservadores destilan hacia este autor, que no tuvo tapujos en defender con una coherencia y una formación formidables el liberalismo político clásico, esto es, un liberalismo progresista, laico y que defiende un cierto, pero limitado papel del Estado, no su extinción, como haría un marxista o un anarquista. Resulta extraño que Manuel Pastor quiera negarle al Mill tardío el calificativo de liberal. Sería de agradecer que nos comentara con más detalle en qué aspectos concretos reniega de toda su obra anterior en la etapa última de su vida. Por lo demás, no entiendo que quiera negarle el apodo de liberal por lo que califica de obsesión de Mill por promover el aborto libre porque esto no se contradice con el liberalismo. Esa postura precisamente amplía las libertades de la mujer si bien a costa del derecho a la vida del no nacido. Todos los argumentos que se exponen contra el aborto no se basan en su beneficio para la libertad sino precisamente en una restricción de una libertad que se entiende desmedida en virtud de otras consideraciones morales.
En cualquier caso, ya se sabe que a muchos les cambia la cara cuando oyen hablar de progresismo y laicismo porque verdaderamente no creen en la libertad sino en la tradición y esperan la menor ocasión para salir en defensa de los símbolos religiosos en edificios públicos (siempre que sean sus símbolos, no los de los demás).

En el párrafo siguiente avanza diciendo: “José Varela dijo cosas correctas (referencias a Burke y a los Founding Fathers norteamericanos; responsabilidad del intervencionismo político en la crisis financiera mundial)”.
Efectivamente, José Varela parecía representar ese liberalismo arcaizante y encorsetado que aún conserva las orejeras y no ve más allá de los dos o tres asuntos clásicos que, si bien son imprescindibles, se muestran claramente insuficientes al tratar otros temas. De ahí creo que proviene la alabanza de Manuel Pastor que debió de sentir auténtica empatía con este personaje. Por otro lado, si bien le reprocha a sus intervenciones el “tono profesoral (prolijo y aburrido)”, yo las encontré de lo más interesante.

Seguidamente, después de elogiar a Savater, dice: “Savater no es exactamente un liberal, sino un libertario perteneciente al linaje de Voltaire y Nietzsche (conviene recordar que éste dedicó una de sus obras al primero, del que siempre fue admirador), excesivamente afrancesado y polimorfo. En un momento del coloquio llegó a proclamar, ante el regocijo de los asistentes, que él, cuando muera, no quiere ir al cielo, sino a Francia, cosa –pienso yo– que tiene bien fácil incluso en vida (aunque ahora parece que tiene dudas acerca de Sarkozy). Ese afrancesamiento le hace ser a veces un poco jacobino y muy anti-católico ("protección social y educación a cargo del Estado", "prohibición de la educación en casa", "fuera crucifijos de las aulas"), lo que se compadece muy poco no sólo con el auténtico liberalismo, sino con el libertarismo. En él vemos claramente a un representante de esa tradición ilustrada francesa, progresista, tan diferente de la escocesa-inglesa-americana, liberal-conservadora; esto es, a un volteriano más que a un tocquevilliano.”

Los que me conocen bien saben que me he revuelto en la silla al leer este párrafo. Una vez más el articulista se desenmascara: le reprocha a Savater su pertenencia al “linaje de Voltaire y Nietzsche” y que le haya dedicado al primero uno de sus libros. Tampoco muestra especial satisfacción con su “afrancesamiento” ni con el regocijo manifestado por el público ante sus jocosos "últimos deseos". Continúa diciendo: “Ese afrancesamiento le hace ser a veces un poco jacobino y muy anti-católico” y remata que representa a la tradición ilustrada francesa, progresista, que es más un volteriano que un tocquevilliano. ¡Vaya novedad! Pero aquí volvemos a ver lo de siempre. ¿A qué viene esa fascinación por lo anglosajón? No precisamente viene de su liberalismo sino más bien de su tradicionalismo porque los países del precedente vinculante han sido y son más lentos en adoptar cambios que permitan una mayor libertad de los individuos, si bien luego han estado más asentados, y, especialmente, porque la tradición anglosajona está hermanada con la religión y reñida con la laicidad del Estado. Lo mejor de la tradición francesa ilustrada es precisamente lo que más critica el articulista: su condena de la superstición, del oscurantismo y del fanatismo religioso así como su defensa de la tolerancia, que fue fundamental para implantar esa libertad religiosa en la que muchos aún no creen en occidente... Manuel Pastor no critica la excesiva burocratización de Francia, el intervencionismo de la República francesa en la economía, ¡no! Critica la tradición laicista republicana y, con ello, revela un tradicionalismo religioso que, parafraseándole, se compadece muy poco con la libertad.

Por último, sobre Vargas Llosa afirma: “Vargas Llosa comparó a los liberales con los trotskistas en su fatal tendencia al sectarismo y la disidencia. Detecté en Vargas Llosa una ligera alergia o temor a que se le identificara con los conservadores, pero él mismo reconoció su admiración por Margaret Thatcher. Hizo también alguna afirmación general excesiva, como que todo nacionalismo es un peligro y que siempre es mejor la peor de las democracias a una dictadura benevolente.”

No creo que la comparación con los trotskistas fuera un reproche a los liberales sino más bien un elogio por su parte porque creo que lo contrario, esto es, el liberalismo como una ideología uniforme y monolítica es lo que más le asusta. Por otro lado, Vargas Llosa no es conservador ni liberal-conservador sino simplemente liberal, de la tradición política clásica, y se ha desmarcado públicamente en muchas ocasiones, entre ellas, en la presentación del nacimiento de UPyD del conservadurismo que él no considera liberal. Por lo demás, la defensa que hizo Vargas Llosa de la democracia, además de ser cierta, es muy elogiosa porque, como demuestra el propio Manuel Pastor, para algunos la democracia no es un fin en sí misma sino un medio.

Sobre esto, dice en su párrafo final: “Creo que hay que diferenciar el nacionalismo liberal, integrador, de los nacionalismos étnico-culturales, excluyentes. Por otra parte, en teoría, es decir, en un sentido conceptual abstracto, es fácil ponerse siempre del lado de la democracia, pero la realidad es más compleja, y, en un sentido histórico concreto, por ejemplo, la dictadura constitucional de Lincoln ante la rebelión confederal fue necesaria para evitar males mayores”. Y continúa más adelante: “Para el liberalismo lo sustancial es la libertad –o las libertades–, y la democracia es lo adjetivo y procedimental; es decir, que no toda democracia vale: no vale, por ejemplo, la que destruye las libertades.”

Comparto parcialmente lo que Manuel Pastor aquí quiere reflejar, pero añadiría que para un liberal la democracia no es el gobierno de la mayoría sino el gobierno limitado de la mayoría y, por lo tanto, para un liberal es imposible que haya una democracia si una mayoría parlamentaria o un presidente nombrado en sufragio directo tienen poderes ilimitados, desproporcionados o incontrolados de los que se derivarían consecuentemente una restricción de la libertad. Si esto fuera así, estaríamos ante una dictadura de la mayoría y entonces ya sí sería discutible decidir, según el contexto histórico, si nos agrada más que el tirano sea el pueblo o que lo sea una facción o partido minoritario. Manuel Pastor, por contra, da a entender que puede haber democracias que sí restrinjan las libertades, es decir, dictaduras de la mayoría. A mí personalmente me desagradan todas las tiranías y entiendo que la única solución honorable en ese caso es la resistencia civil. Creo, por lo tanto, que lo que se ha dado en conocer como democracia liberal siempre es preferible a la mejor de las dictaduras y considero que éste era el sentido en el que hablaba Mario Vargas Llosa. Cualquier discurso de componenda con la dictadura es muy peligroso, especialmente en la medida en que ayuda a menoscabar la democracia que los liberales supuestamente estamos dados a defender sea el gobierno del color que sea.

Por otro lado, su defensa del nacionalismo liberal integrador me parece una contradicción en sus propios términos puesto que todo nacionalismo es "per se" excluyente. El hecho de que tenga un menor componente étnico o cultural no excluye que, finalmente, ese nacionalismo se salde con alguna restricción de la libertad, por ejemplo, de la libertad económica de comerciar libremente sin fronteras. Si para él es integrador el nacionalismo en virtud del cual los europeos y norteamericanos estamos protegiendo nuestras industrias y explotaciones agropecuarias de la libre competencia internacional, me temo que manejamos distintos significados acerca del adjetivo “integrador”.

Finalmente, vuelvo a destacar que el coloquio me pareció sumamente interesante y que ha sido un placer poder confrontar los puntos de vista de dos vertientes tan encontradas del liberalismo. Agradezco por ello a Manuel Pastor la publicación de su artículo.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Caso Haidar: un espectáculo bochornoso de nuestra clase política


Aminetou Haidar lleva ya más de un mes en huelga de hambre. Se trata de una lucha pacífica por su derecho a regresar a su país, el Sahara occidental, que, además, está ocupado por una potencia extranjera, Marruecos, que no deja de ser una monarquía despótica que vulnera los derechos humanos más elementales. Es una lucha legítima y ejemplar por un derecho que le es propio frente a un gobierno que lo vulnera arbitrariamente y, sin embargo, ¿cuál es la actuación de nuestra clase política?

El Partido Popular, adalid de los derechos humanos y de las libertades individuales, sigue empeñado en repetir la coplilla de que la culpa es de Zapatero por haberla dejado entrar en España ¡por razones humanitarias! Hubiera sido mucho mejor haberla dejado “encarcelada” en la zona internacional del aeropuerto del Aiún, claro está. Por si fuera poco, están empecinados en que se le alimente de forma forzosa. ¡Menos mal que son “liberales”! Sin duda el PP está completamente perdido. Ignora el alcance y la importancia de las razones de la lucha de Haidar... Parece ajeno a toda tradición de lucha por la libertad y revela su verdadero rostro conservador. Por otro lado, el gobierno, ejemplo de cómo no hay que trabajar, se pierde y se vuelve a perder en cierres en falso y para cuando empieza a hacer importantes gestiones internacionales se pone en evidencia: Zapatero ha destruido todo el prestigio internacional que tanto les costó conseguir a González y a Aznar. Volvemos a ser el enano internacional que éramos gracias al aislacionismo franquista y ahora nos es imposible conseguir un mínimo de presión diplomática por parte de Francia o de EEUU sobre nuestro vecino del sur, para el que no hemos ahorrado en alabanzas desde hace seis años. Y, por si fuera poco, el orgullo del ejecutivo se ve herido ante las peticiones del “amigo” mundo de la cultura para que actúe el Rey.

Mientras tanto, la causa de Aminetou Haidar parece cada vez más una causa perdida, tan perdida como la del propio Sahara. La ex-metropoli es completamente inoperante tratando de salvarla y sus políticos apenas son capaces de pactar una resolución en el Congreso con la abstención de la oposición: todo un espectáculo indigno del esfuerzo de Aminetou.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Mi vecino Totoro- Hayao Miyazaki


Muchos habréis oído hablar del genial director de cine de animación Hayao Miyazaki, puntero del estudio japonés Ghibli. La mayoría de los que estáis leyendo esta entrada no habéis visto la película, o al menos eso creo, dado que salió hace poco en España. Os recomiendo en primer lugar que la veáis porque es probablemente de las tres mejores películas de animación y una de las quince mejores películas en general. Pasaré a contaros la sinopsis:

Mei y Satsuki son dos hermanas que se mudan con su padre a vivir a una cabaña en el campo. Un día, por casualidad, la más pequeña descubre la existencia de los totoros: espíritus guardianes del bosque que sólo los niños de corazón puro son capaces de ver. Junto a estas entrañables criaturas y al gatobús, Mei y su hermana descubrirán el verdadero valor de la amistad, del amor y de la familia en una maravillosa e inolvidable aventura que les llevará más allá de su imaginación.

Fuente: Aurum.

A partir de aquí los que no hayáis visto la película no leáis.(Recomendación).
La película es, para mí, una obra maestra. Esta película, como casi todas las de Miyazaki, rebosa bondad, ecologismo y buena fe. Y pensad en lo que esta película predica del cuidado del medio ambiente. Para que luego le den el Nobel de la Paz a Obama.

Trailer.-

domingo, 13 de diciembre de 2009

Escandalosa actuación de la policía danesa


Al parecer, ayer tuvo lugar una detención preventiva masiva en Copenhague para supuestamente evitar disturbios durante una marcha ecologista. La verdad es que la noticia es escalofriante y ver las imágenes... En fin, no parece una escena de la europa democrática. Yo pensaba que sólo en Irán, China, Corea del Norte, Cuba o Birmania, entre otros, practicaban eso de las 'detenciones preventivas' ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar? Y, lo peor de todo, ¿cómo puede jactarse el portavoz de la policía de que no pedirán perdón?

viernes, 11 de diciembre de 2009

La mayor inundación del planeta formó el mediterráneo.


Aquí os dejo un enlace a un artículo muy interesante sobre la formación del Mediterráneo y sobre su verdadero periodo de duración. Esta duración, en cuanto a tiempo geológico, no es nada.

Vuelve el federalismo

Entre octubre y noviembre, Carlos Martínez Gorriarán ha promovido un interesante debate sobre el federalismo en España que finalmente vuelve a la primera línea de la política nacional de la mano de UPyD después de que su primer Congreso aprobara una ponencia en este sentido y de que Joan B. Culla i Clarà criticara en un artículo de El País (“Vuelve el Estado macho”) lo que considera el jacobinismo de esta formación política (según el cliché catalanista clásico, jacobinismo es igual que centralismo).

El debate está servido, cosa que me encanta. Lo cierto es que los artículos de Martínez Gorriarán iban bien encaminados en esa línea federalista clásica que se aleja del disparatado federalismo asimétrico que es una pura contradicción en términos además de un eufemismo de confederalismo, que es lo que de verdad quieren algunos en Cataluña y lo que están consiguiendo con este autonomismo manirroto. Yo ya me manifesté a favor de un Estado federal en mi entrada “Sobre la conveniencia de una España federal”. Aunque, como siempre, el problema es la ignorancia y la mala imagen que pesa sobre el término en este país. Por ello, aplaudo que UPyD vaya a hacer una labor tan importante de divulgación y apoyo del federalismo que, en cualquier caso, debe venir de la mano de otras reformas esenciales como la de la ley electoral, pero esto es otra cuestión...

Ir a artículos de Carlos Martínez Gorriarán:

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Segundo vídeo de la mesa-coloquio sobre el pensamiento liberal en la actualidad

El pasado miércoles día 11 de noviembre publiqué una entrada con un vídeo editado por la Fundación Progreso y Democracia en el que aparecía el primer turno de intervenciones de cuatro ponentes de lujo, de izquierda a derecha: Irene Lozano, Mario Vargas Llosa, Fernando Savater y José Varela. Recientemente ha aparecido en la web de UPyD un nuevo vídeo con una segunda parte. Recuerdo que el tema del coloquio era el pensamiento liberal en la actualidad y en esta parte ya sí que entran de lleno en materia. Lo recomiendo. Por cierto, sé que aún debo contestar al artículo que sobre este coloquio publicó en Libertad Digital D. Manuel Pastor. Espero hacerlo en unos días aunque aún sigo esperando a que cuelguen el coloquio completo.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

¡Ponme un pollo con la bandera!


Un obispo celebra una misa en Paracuellos con símbolos franquistas

El País. 2 de diciembre de 2009

Esta noticia dice mucho de dónde están todavía algunos: en el guerra-civilismo más absoluto y en la nostalgia de los tiempos del "bajo palio". Una cosa es que se recuerde a las víctimas de la guerra civil española y otra muy distinta que se haga exhibición de símbolos de un régimen opresor y tiránico como el franquista, que fue asentado precisamente sobre los cadáveres de, entre otros, las víctimas a los que ellos dicen homenajear y con el que, casualmente, la iglesia de Roma mostró una connivencia escandalosa. En fin, es este tipo de noticias que nos recuerdan que, si por algunos fuera, aún seguiríamos soportando ciertos yugos. Menos mal que son pocos y están desorganizados.

martes, 1 de diciembre de 2009

El hombre como animal social y su inteligencia


El 22 de noviembre Redes emitió un programa "fascinante" titulado "Macacos y humanos" que arroja datos interesantes sobre cómo interactuamos los humanos en sociedad y la influencia que esto ha tenido en el desarrollo de nuestra inteligencia. Se hacen alusiones importantes a la importancia del poder y de la familia en nuestra sociedad, al igual que en la de los Macacos, al tiempo que se hace una llamativa reflexión sobre la divergencia de papeles de los sexos en una y otra sociedad.

Aprovecho la ocasión para agradecer a Eduard Punset la importantísima labor que desarrolla como divulgador científico no sólo con este programa, que es todo un referente, sino por todas sus publicaciones y entrevistas. Trataré de darle un espacio en este blog.



jueves, 26 de noviembre de 2009

Neptuno


Neptuno fue descubierto en 1846 por Urbain Le Verrier, John Couch Adams y Johann
Galle. Fue descubierto por predicciones matemáticas dado que había un astro que influía en la órbita de Urano. Es el más exterior de los gigantes gaseosos. La temperatura superficial de Neptuno es de media -200 ºC. Su gravedad es de 11m/s2. Su movimiento de traslación dura 164 años terrestres. Su movimiento de rotación dura 16 horas. Se han contabilizado hasta ahora 13 satélites pertenecientes a Neptuno.

La parte interior de Neptuno está constituida por roca fundida con agua, metano y amoniaco líquido. La atmósfera está formada por hidrógeno, helio, vapor de agua y metano, que da al planeta su característico color azul.

Los vientos huracanados de Neptuno son los más fuertes de nuestro sistema y provocan manchas parecidas a las de Júpiter. La más importante era la Gran Mancha Oscura, que tenía un diámetro similar al de la Tierra, pero que desapareció en 1994. La mayoría de estos vientos van en sentido contrario que la rotación del planeta. Se han detectado en las inmediaciones de la Gran Mancha Oscura vientos de hasta 2000 km/h.

Neptuno es uno de los planetas que se encuentran en la lista de poseedores de anillos.
Fueron fotografiados por primera vez en 1989 por la nave Voyager II. Tiene cuatro anillos estrechos y delgados pero no son como los brillantes anillos de Saturno. Están formados por fragmentos de satélites del propio planeta.

Este es un gran planeta que demuestra la utilidad de las Matemáticas en cualquier área. Os dejo aquí un enlace a un programa que visualiza los planetas del sistema en 3D.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

El miedo (diálogo)

Él.- Hace una tarde encantadora. La primavera se percibe en todos los sentidos. Incluso ese sauce llorón parece estar sonriéndonos.

Yo.- Te veo alegre. Como sabes que me gusta entablar conversación, te voy a hacer una pregunta: ¿ves todos esos chalés de aquella urbanización?

Él.- Por supuesto. ¿Dónde está la contradicción?

Yo.- Espera. No seas impaciente. ¿Si tuvieras que vender el máximo número de seguros de vida, de seguros de hogar, de coche... si tuvieras que obtener el mayor número de clientes para una empresa de seguridad, qué harías, a qué hora llamarías a su puerta?

Él.- ¿Qué pregunta es esa? ¿Crees que influye mucho la hora para obtener clientes para todas esas aseguradoras y empresas de seguridad? No sé. Supongo que no iría por la noche ni a la hora de la comida... Trataría de no ser inoportuno.

Yo.- En eso tienes toda la razón. Es preciso ir a la hora oportuna, pero ¿cuál dirías que es?

Él.- La verdad es que no tengo la menor idea. Seguramente iría por la mañana para no importunar demasiado. Claro que no encontraría a muchos: estarían trabajando.

Yo.- Yo iría justo después del telediario. Los cogería precisamente en el momento más vulnerable, ese instante en el que se sienten inseguros luego de haber visto por televisión en el propio salón de su casa los últimos muertos en este u otro atentado terrorista, accidente de tráfico, explosión de gas, atraco... Abrirían la puerta con el ánimo descompuesto, con la plena consciencia de su inseguridad y firmarían cualquier póliza.

Él.- Suena aterrador.

Yo.- Pues es sólo el pequeño matiz del cuadro completo que quiero mostrarte. ¿Has pensado alguna vez que es más fácil controlar a la gente por la sin razón que por la lógica, que la faceta más irracional del ser humano es la que lo hace más vulnerable, más dependiente de los demás y, por tanto, menos libre?

Él.- ¿A qué te refieres?

Yo.- Quiero decir que hay dos formas de vender ese seguro. La primera consistiría en intentar razonar con el cliente potencial sobre las incertidumbres de la vida y decirle: “bueno, usted tiene una casa y cabría la posibilidad de que hubiera algún percance serio aunque ciertamente lo más probable es que eso no suceda”. O también, esta es la opción segunda, podría decirle: “¿ha pensado alguna vez que su casa podría incendiarse o sufrir un desplazamiento del terreno o una explosión de gas?” La segunda opción, aunque guarda algo de semejanza con la primera, es la irracional, la que apela directamente al hecho terrible que tememos y que nos exhiben como una posibilidad, aparentemente hipotética, pero de forma mucho más visceral, casi perceptible. El vendedor de seguros que opta por la segunda opción está en realidad empleando el miedo de su cliente como herramienta para el lucro de la aseguradora y el suyo personal. Claro que los anuncios de las aseguradoras no suelen ser tan drásticos aunque la mayoría incluyen siniestros o percances en ellos o insinúan veladamente el peligro que ellos se encargan de evitar.

Él.- Y esto ¿adónde va a parar? ¿Algún seguro se niega a indemnizarte últimamente?

Yo.- No. Verdaderamente los seguros son los más honestos. Ellos hacen negocio con el riesgo, con la incertidumbre de las vidas de sus clientes y todos lo saben. El cliente es el primero que quiere dotarse de algo de certidumbre con el seguro y es consciente de ello. Es puro instinto de supervivencia. Son varios particulares haciendo negocios legítimos para conjurarse contra los peligros de la posible adversidad. El ser humano también ahorra, se compra una casa y se hace un plan de pensiones, pero ¿es legítimo utilizar el miedo como un instrumento de control, por ejemplo, en la educación de un niño o en la política?

Él.-Mezclas asuntos. No creo que sea lo mismo. ¿A qué te refieres por miedo en la educación?
Yo.- Bueno. Constantemente se enseña a los niños con el miedo. ¿O sería mejor decir en el miedo? Los padres lo hacen cuando asustan a sus hijos con el hombre del saco o, incluso, con la policía municipal.

Él.- ¿La policía municipal?

Yo.- Te lo aseguro. Yo mismo lo he visto. ¿Y qué me dices del miedo al castigo o del temor de Dios? ¿Podrías negar que incluso hoy en día, en pleno siglo de supuesto nihilismo, se sigue educando en el temor de Dios?

Él.- Sigo pensando que confundes los temas. ¿Qué tiene que ver una cosa con otra? Es evidente que debe haber castigos para quien infrinja unas normas mínimas de convivencia. De lo contrario, la vida en sociedad sería inviable. Los niños son los primeros que deben aprender que hay unos límites, que deben respetar a los demás y obedecer a sus padres.

Yo.- Es cierto. No es lo mismo y tú has dado la razón. La sociedad es honesta al decir que castiga para garantizar su propia supervivencia que es, en definitiva, la de los individuos que la componen. Sin embargo, no hay nada de honesto en infundir miedos netamente irracionales a los niños. El castigo es cierto, es medible, es proporcional. Adquiere la primigenia forma de la advertencia en modo condicional: “si haces esto, te corresponde tanto castigo”. Es justicia distributiva aristotélica pura. Ni más ni menos. Sabes tan bien como yo que na hay nada de eso en el temor al hombre del saco o en el temor de Dios.

Él.- La diferencia es que en el caso del temor de Dios, hay un temor a un castigo divino que probablemente no se va a dar.

Yo.- Y que en cualquier caso es una quimera en el aquí y el ahora. Una quimera con la que se intenta modificar la conducta de seres humanos.

Él.- Sin embargo, no debes olvidar que el temor al hombre del saco va más allá.

Yo.- ¿En qué sentido?

Él.- En el temor de Dios al menos hay un castigo, aunque divino, mágico en gran medida, que también puede ser incluso cuantificable, cierto y proporcional. Es más, puede ser incluso justo aunque no voy a entrar en ese jardín.

Yo.- Mejor que no.

Él.- No obstante, el miedo al hombre del saco es el miedo a la más aleatoria, injusta y arbitraria acción malvada de un personaje de la cultura popular. Es el miedo por el miedo, el temor al mal que es por sí mismo injusto a diferencia del castigo.

Yo.- Cierto, luego una persona o , en este caso, un niño pequeño puede sentirse prevenido en el caso en que se le advierta de un castigo porque él mismo sabrá que, de seguir adelante, habrá cruzado la línea de la transgresión que no le está permitido pasar y tras lo cual se administra un castigo que, además, es merecido. Sin embargo, puede sentirse aterrado, en lugar de prevenido, si se le recuerda que es vulnerable al mal y, en definitiva, al sufrimiento y también a la muerte. Y aquí es adónde quería llegar.

Él.- Menos mal. No nos hemos extraviado finalmente.

Yo.- A lo que voy. El ser humano ha buscado siempre control sobre sus semejantes, poder para, en definitiva, asegurar su propia supervivencia, garantizarse un buen medio de vida, la fuente de alimento, lo que fuera que ambicionase y para ello creó o, mejor, descubrió determinado instrumentos de poder. El primero, que no tuvo que ser necesariamente anterior, fue el castigo humano, las normas y, finalmente, el derecho. ¿No es una bella casualidad, si es que éstas existen, que el primer texto descubierto fueran las tablas de Hamurabi, un sencillo, pero claro código de normas sociales de conducta? ¿No es ciertamente interesante que Moisés se preocupara de darle al pueblo hebreo diez sencillas normas básicas y todo un texto posterior conocido como Torah (ley) del que ciertamente no es autor, pero que sin duda inspiró? La segunda es la religión y, concretamente, el castigo divino. En la Torah las consecuencias de los actos prohibidos son, en ocasiones, terribles castigos bien humanos como la lapidación de la adúltera, pero el primer mandamiento es “amarás a Yaveh sobre todas las cosas”. El pueblo judío no sólo temía la lapidación sino también el infortunio en vida e incluso el castigo de las generaciones futuras provocado por un iracundo Yahveh porque no cabe duda de que los judíos no creían en la inmortalidad y menos aún en la resurrección ni el fuego eterno luego tampoco podían amenazar con las llamas del infierno. ¡Hasta este punto eran prácticos! El judío que iba contra la ley de Yaveh lo sufría en vida y de una forma mucho más incierta aunque pudiera decirse que, tal vez, algo justa. Claro que se lo digan esto a Job que, a pesar de ser un hombre justo, padeció la más pura arbitrariedad de una mala apuesta entre Yaveh y Satanás. Lo cierto es que hay una diferencia sustancial entre estos dos instrumentos de control. El castigo divino incorpora elementos de irracionalidad nada desdeñables. Para comenzar, la sanción correspondiente no es clara. Queda, como he dicho, a merced de lo que disponga el arbitrio divino. Seguidamente, el momento y la forma de imponerse. Dios, por supuesto, no pregunta antes de castigar. Es omnisciente, luego ¿qué necesidad tiene de oír al que sabe que es culpable? Seguidamente, puede imponer el castigo cuándo y cómo quiera. La incertidumbre es plena en ese sentido. El pecador será reo de castigo incluso después de muerto. Debes reconocer que son grandes diferencias.

Él.- La verdad es que tampoco lo había pensado antes. Dime, ¿cuál es la tercera?

Yo.- Cierto. Se me olvidaba. El tercer instrumento de control es el miedo al hombre del saco. Pero piensa que esto va también estrechamente unido a la religión igualmente. El hombre del saco puede ser perfectamente Satanás. Los cristianos han utilizado a menudo a ambos, a Dios y al diablo, para infundir temor. Si bien podría decirse que el castigo al fuego eterno entra dentro del esquema infracción-sanción y que podría ser justo. En realidad, la amenaza de una condena al mal por el mal mismo no es sino infundir el temor propio que tiene todo ser humano al padecimiento, al sufrimiento y a la muerte sin sentido, sin razón ni justificación alguna. Por otro lado, piensa que la afirmación antiguamente común de que el diablo camina entre nosotros no es sino el mismo tipo de miedo puramente irracional al hombre del saco, que no es sino la advertencia sobre la presencia del mal en el mundo.

Él.- Bueno, pero el castigo al fuego eterno no dejaría de ser justo en tanto que tiene una relación directa con las transgresiones de los pecadores.

Yo.- Realmente no. Para que un castigo sea justo debe buscar no sólo la reparación del daño sino especialmente la sanación del alma del infractor, que debe persuadirse de la maldad de su acción, arrepentirse y tener la predisposición futura de no volver a incurrir en una acción injusta. En el infierno no se busca esto sino el suplicio eterno que, seguramente, ni los más sanguinarios criminales merecen y que no tiene otro fin más que sí mismo. Sin embargo, esto me aleja de la cuestión principal.

Él.- ¿Que es?

Yo.- El miedo como instrumento de control social, especialmente en la educación y en la política. Ya hemos hablado someramente de la educación. Es cierto que se sigue educando en la religión o, a veces, incluso en el miedo por sí mismo y ya hemos comentado que la educación en el temor de Dios puede llevar “per se” un componente irracional muy relevante de temor a un castigo arbitrario e injusto, pero ¿qué sucede con la política? ¿No crees que no es menos cierto que el miedo es utilizado por los políticos para justificar determinadas normas?

Él.- ¿Por ejemplo?

Yo.- El caso más llamativo, creo yo, es el de la obsesión por la seguridad que se ha producido tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. ¿No crees que algunas de las políticas que se han puesto en marcha son desmedidas y que habrían sido inaplicables en un contexto previo al de los atentados?

Él.- Probablemente sí.

Yo.- Desde entonces contempla lo que ha sucedido. Estados Unidos ha comenzado a aplicar una política de excepción. Se han ampliado los plazos de detención sin control judicial de los supuestos terroristas, se ha facilitado la intrusión en la privacidad de los ciudadanos, se han incrementado enormemente las medidas de seguridad en los aeropuertos hasta el punto en que han llegado a poner en funcionamiento “scanners” que desnudan a los pasajeros, se han subido los requisitos de datos de carácter personal para entrar en el país e incluso se han abierto cárceles ilegales donde se ha retenido y torturado a centenares de sospechosos de terrorismo. ¿No es esto la subversión más absoluta de nuestros principios, de nuestros valores fundamentales que ahora consideramos sacrificables en un holocausto agradable al terrible dios de la seguridad?

Él.- Y ¿cuál es el papel del miedo en todo esto?

Yo.- Es fundamental. En lo más profundo de nuestra razón sabemos lo disparatado que es adoptar una política de cesión de poderes exorbitantes al Estado y, sin embargo, preferimos hacerlo porque en el fondo dejamos de pensar racionalmente cuando se nos traslada un mensaje puramente emocional que se basa en mostrarnos vulnerables frente a la amenaza del terrorismo o cualquier otra. Es esa sensación de vulnerabilidad la que permite a los políticos occidentales anular nuestros recelos naturales a la expansión cada vez menos limitada de los poderes del Estado y, en definitiva, de la policía. Es el permanente argumento de la inseguridad el mayor responsable de la concentración del poder y de su abuso a lo largo de la historia. En ese sentido es irrelevante el contenido del mensaje que se traslade mientras sea capaz de mover determinados resortes. A menudo se ha dicho que la conducta poco piadosa de un pueblo podía traer desastres naturales. Muchas sociedades han sido subyugadas a través de uno o varios dioses que han resultado ser benefactores sólo en determinadas circunstancias sospechosamente favorables al poder. Sin embargo, la complejidad de las sociedades occidentales actuales, su relativismo, incluso su nihilismo han llevado a los partidos a emplear otros discursos del miedo.

Él.- Recuerdo ahora que todavía es un lugar común en muchos ancianos que en tiempos de Franco se vivía mejor porque no había tanta inseguridad.

Yo.- Y, por contra, la inseguridad en un régimen político es máxima cuando la gente honrada está en la cárcel por más que se pueda vivir con las puertas de las casas abiertas de par en par. Este es el eterno dualismo libertad-seguridad. Se nos plantea constantemente esta disyuntiva que nace en el fondo de un profundo recelo hacia la libertad y que no deja de ser manipulador porque suele prejuzgar que el valor positivo es la seguridad y que ésta siempre debe avanzar en detrimento de la libertad.

Él.- Entonces, ¿tú dirías que hay casos en los que pueden compaginarse libertad y seguridad sin que haya contradicción?

Yo.- Yo iría más lejos aún y diría que nuestra libertad exige una cierta seguridad. Sería aquella seguridad que aporta una serie de normas básicas de convivencia para asegurar que nadie pueda violentar la libertad de los demás y para que, de producirse esa violencia, pueda existir una respuesta predecible que la reprima. Sin embargo, esa seguridad no es tal en la medida en que nos deje a merced de un poder arbitrario y ése es el camino que hemos emprendido. Todas las medidas que se han adoptado desde el 11 de septiembre de 2001 han ido encaminadas a recortar las garantías que teníamos los ciudadanos frente al poder coercitivo del Estado y a remover subrepticiamente la sana separación de poderes. Conferirle al Estado el poder de reprimir sin control o con menos controles no es optar por una mayor seguridad sino por una inseguridad distinta. Supone que preferimos sufrir los abusos del Estado: las detenciones ilegales, las torturas con la esperanza de que así se reducirá la amenaza del terrorismo.

No obstante, todo esto no pone de relieve sino una cuestión mucho más profunda, a saber, el temor del ser humano a la incertidumbre, al riesgo y su deseo de control sobre el medio que le rodea. Cuando los primeros “homo sapiens” vivían en cuevas y tenían que padecer en mayor medida las inclemencias del tiempo, aprendieron a usar el fuego. Ahora contamos con multitud de adelantos tecnológicos que nos permiten gozar de una buena calidad de vida. Es lo que llamamos progreso tecnológico. Sin embargo, todo ello nos ha producido una mayor inseguridad. El deseo de control del entorno físico fue acompañado desde el primer momento del deseo de control de nuestro entorno social lo que ha implicado un progresivo desarrollo no sólo de las armas, de ahí el aumento de la inseguridad, sino también del control de la información.

Ahora no sólo debemos enfrentar los riesgos que provienen de nuestro propio entorno físico sino también de un entorno social cada vez más inestable. Y es en este punto en el que cabe recordar que no son tanto las armas sino la información las que confieren un poder mayor. Algunos, en ese ideal de un mundo sin incertidumbre, sueñan con el día en que toda la información esté centralizada en el Estado, ¿en quién si no?, y en que éste pueda protegernos de un modo absoluto del riesgo que nos depara la existencia. Será el día en que podremos predecir con total exactitud los fenómenos meteorológicos, los terremotos... y así evitar las catástrofes naturales, pero será también el día en el que todo estará digitalizado, el día en el que hasta el último rincón de nuestra casa estará siendo visto y oído, incluso diría olido, por los ordenadores del gobierno. Será el día en el que nuestra seguridad estará plenamente garantizada, pero habremos puesto tanto poder en manos del Estado que estaremos en el más absoluto de todos los peligros, en un peligro mucho mayor que el que proviene de la incertidumbre del mundo en que vivimos porque estaremos protegidos incluso de nuestros propios actos: iremos a tomar un café y no nos dejarán si somos hipertensos; querremos tomarnos un costillar de cerdo a la parrilla y no podremos porque la barbacoa eléctrica conocerá nuestro colesterol o, peor aún, habremos olvidado que todos esos placeres de la vida existen porque nunca los habremos experimentado gracias al Estado que tanto nos quiere y tanto nos protege. Porque el ideal de la seguridad es el ideal del supremo paternalismo, el ideal de la interdicción del error humano por nuestro propio bien. Para entonces, habremos matado la espontaneidad, la responsabilidad y, con ellas, la libertad. Finalmente, habrá muerto también el ser humano porque detrás de ese ideal se esconde un profundo recelo anti-humano... El recelo de aquellos que buscan una sociedad humana perfecta que no es sino la más radical negación del ser humano mismo que es por sí vulnerable y contingente.

Él.- Me has convencido: voy a firmar la póliza.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Urano. El tercero más grande de nuestro sistema.


Urano es un gigante gaseoso, el tercer planeta más grande del Sistema Solar. Es el séptimo en distancia con el Sol. Urano tiene 15 satélites. Urano fue el primer planeta descubierto a través del telescopio. Fue descubierto en 1781 por William Herschel.

La composición de la atmósfera de Urano es la siguiente: hidrógeno, metano y otros hidrocarburos. Al absorber el metano la luz roja refleja los tonos azules y verdes que caracterizan al planeta.

La gravedad de Urano en el Ecuador es menor que la tierra. Esto puede ser sorprendente debido al gran tamaño de Urano respecto a la Tierra. Su gravedad en concreto es 7'77m/s2.

Urano tiene el doble de distancia con el Sol que Saturno. Tanta es esa distancia que el Sol se ve en el firmamento de Urano como una estrella más, sólo que más brillante.

Urano tiene 11 anillos y estos rotan alrededor del planeta de forma vertical debido a la gran inclinación de Urano. Su inclinación es de 97º.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Nueva injerencia episcopal

Ya en junio de este año, los obispos les recordaron a los diputados católicos cuál debía ser el sentido de su voto sobre la ley del aborto. Ahora han vuelto a hacerlo, con amenaza de excomunión inclusive. Así que no quiero dejar pasar la ocasión sin recordar lo que dije en su día sobre este asunto y manifestar mi malestar por la mentalidad predemocrática de la jerarquía de esta iglesia.

"Comentario:

Art. 67.2 de la Constitución: los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo.

Una de las mayores diferencias entre las cámaras o asambleas del Antiguo Régimen y los actuales parlamentos es el del mandato por el que son elegidos sus miembros. En el Antiguo Régimen, los Estados Generales, por ejemplo, y demás 'asambleas' estamentales europeas se regían por el mandato imperativo. Los diputados no eran representantes sino una especie de 'delegados' o 'mandatarios' de sus electores 'mandantes' y estaban sujetos a lo que éstos les impusieran a la hora de votar en la asamblea. Con la implantación del sistema representativo, eso ha cambiado. Los diputados están sujetos a mandato representativo. Esto implica que representan a toda la nación, no sólo a sus electores, y que son ellos los que toman las decisiones a la hora de votar en el parlamento. Ni que decir tiene que la petición de los obispos es un disparate por el cual ellos entienden que su poder 'moral' sobre las personas y las conciencias de los diputados católicos está por encima del mandato representativo que han recibido de toda la nación, que sobra recordar que es plural y, por tanto, no sólo católica. Animo a sus señorías a votar lo que quieran y a no aceptar la injerencia de esos señores, que para algo ya no hay estamentos privilegiados ni monarcas absolutos. La nación es la soberana."

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Mesa coloquio sobre el pensamiento liberal en la actualidad

El martes de la semana pasada, día 3, tuve el honor de asistir a una mesa coloquio sobre El pensamiento liberal en la actualidad organizada por la Fundación Progreso y Democracia, perteneciente a UPyD, que tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Digo que tuve el honor aunque el acto estuviera abierto a quien quisiera ir porque los ponentes eran de excepción: por orden de colocación en la mesa, de izquierda a derecha, Irene Lozano, Mario Vargas Llosa, el moderador (Fernando Maura), Fernando Savater y José Varela. Hoy he tenido el placer de leer un artículo sobre el coloquio publicado en Libertad Digital por Manuel Pastor con el que tengo serias discrepancias. Os sugiero que os lo leáis porque será, en cualquier caso, una interesante aproximación a lo que allí se dijo. Me tomaré la libertad en los próximos días de publicar un humilde comentario sobre lo que expone Manuel Pastor en ese artículo. Además, he encontrado un vídeo de seis minutos con el comienzo del coloquio aunque no es muy ilustrativo porque en el primer turno, que fue igualmente interesante, hablaron de corrupción y no de liberalismo.


sábado, 7 de noviembre de 2009

Macaco Japonés ( Macaca Fuscata)

Los macacos japoneses son primates que viven en grupos socializados. A cada grupo grupo se le puede atribuir un territorio por el que transcurre su vida nómada . Se les considera una de las especies más inteligentes, dado que es el simio que más al norte vive y es complicado adaptarse al clima. Como su nombre indica el macaco japonés vive en el archipiélago nipón.

Los macacos japoneses se desplazan por el territorio formando una especie de “tropa” organizada. La tropa tiene forma lineal y a su cabeza marchan los machos jóvenes. En el centro se
encuentran hembras, crías, jóvenes y uno o más machos dominantes. Cerrando la marcha se encuentran los machos jóvenes restantes, a modo de retaguardia.

En los macacos japoneses la estación de celo comienza a finales de diciembre y se prolonga hasta fines de marzo. La gestación dura cinco meses y las crías nacen de mediados de mayo a mediados de agosto y son capaces de andar a la semana. La relación entre madre e hijo es estrecha durante los diez primeros meses y la cría aprende hábitos alimenticios y otras actitudes fundamentales propias de la vida social del grupo al que pertenece.

Las relaciones de unos macacos con otros se podrían dividir en dos grupos: las heterogéneas, como la relación de pareja o la que existe madre e hijo, y las homogéneas, como cuando individuos semejantes organizan juegos en grupo. Se cree que las crías tienen conocimiento de quien es su padre.

El macaco japonés es ejemplo de un fenómeno que ha sido denominado con el nombre de adquisición cultural, dado que los macacos japoneses descubrieron que podrían conservar la temperatura bañándose en las termas que hay repartidas en algunas montañas japonesas.

Podemos observar del macaco japonés que es una especie peculiar, sólo por el simple hecho de bañarse en aguas termales, y muy social y pacífica, algo no muy común en primates de este tipo.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Desmitificando el liberalismo (ii): el progresismo.


Resulta evidente viendo los medios de comunicación que las palabras “progresismo” y “progresista” están aún muy presentes en la vida pública. Algunos políticos defienden sus tesis arguyendo que son progresistas. La medida que ayer era progresista, mañana puede no serlo y viceversa. Vivimos en la más absoluta confusión terminológica en lo que se refiere a este concepto... Todo ello por una sola cuestión. Desde la izquierda socialdemócrata se ha fomentado un uso incluso abusivo del término por las connotaciones positivas que éste comporta frente a términos más denostados y propios de su herencia ideológica que se han desgastado en mayor medida después de la caída del muro de Berlín y el desprestigio de los países del orbe socialista. Diríase que han buscado intencionadamente abandonar el espacio ocupado por el marxismo para escorarse un poco hacia el progresismo, al menos fingido. Ahora es más efectivo en términos de imagen tratar de vender una subida de impuestos diciendo que es “progresista” aunque tan sólo un año antes lo progresista fuera bajarlos.

Sin embargo, esta apropiación por la socialdemocracia del término progresista ha venido con la inestimable ayuda de sus más supuestos firmes opositores: los conservadores. Estos señores, que suelen llevar el “no” por respuesta; el argumento de la “tradición” y el “sentido común” bajo el brazo, y que nunca derogan ninguna medida “progresista” de sus predecesores socialdemócratas han acuñado un nuevo término despectivo para referirse a sus oponentes: “progre”. El “progre” es una degeneración, encarna la idea primaria de un ser sin escrúpulos morales que es capaz de cualquier cosa con tal de hacer daño a las “personas de bien de toda la vida, a sus valores y sus tradiciones”... ¿Todo para qué? Para usurpar el gobierno con mentiras y manipulaciones burdas de la opinión pública. Con este panorama, la idea de que los socialdemócratas son progresistas se ve reforzada. Para los que están en el patio de butacas y ven la tragicomedia de la política contemporánea sin conocer lo que se ha representado en los últimos doscientos años de política en occidente es fácil caer en el dualismo progresista-conservador fomentado por los socialistas y respaldado por los conservadores.

Al margen de lo que nuestros políticos puedan decir o hacer para nuestra ilusoria percepción de la vida pública, lo cierto es que el progresismo es genuinamente liberal. Esto no implica que quepa una lectura uniforme ni unívoca del término progresista, progresismo y progreso, pero sí arroja importantes detalles acerca del “pedigrí” de la palabra lo cual nos ayuda a identificarlo al margen de las etiquetas e, incluso, a defenderlo si así lo creemos necesario sin caer en falsos tópicos. Para ello resulta imprescindible partir del significado de la palabra progreso. Este concepto siempre se ha entendido como un proceso de movimiento en el espacio. La RAE entiende por progreso acción de ir hacia adelante. En su segunda acepción: avance, adelanto, perfeccionamiento. La primera acepción define perfectamente ese movimiento de un punto hacia adelante. La segunda acepción incorpora elementos valorativos. Ya que también se mueve hacia adelante una piedra impulsada por una fuerza física, habrá que ver qué elementos implican que haya progreso en una acción humana. Lo que la RAE añade en la segunda acepción infiere que el progreso implica necesariamente una mejora. Luego la acción humana de ir hacia adelante tiene por objeto y se debe al afán del hombre por mejorar. La cuestión es que el “adelante” hay que referirlo frente a un “atrás”. En términos políticos, se viene entendiendo desde la Revolución Francesa que el progreso se producía como el triunfo de los principios de libertad, igualdad y fraternidad frente a los caducos principios del Antiguo Régimen. El punto de partida estaba claro: los privilegios, la sociedad estamental, el poder absoluto, la superstición... El punto hacia el que había que moverse no estaba tan claro, pero los principios liberales sí marcaban una cierta dirección.

Thomas Paine en “Los Derechos del Hombre” (“Rights of Man”, 1791-1792), obra ya de sobra conocida por mis lectores asiduos, se esfuerza en hacer una firme defensa de esos nuevos principios entre los que destacan los derechos enumerados en la famosa Declaración de 1789 así como los principios del gobierno representativo que apenas se estaban ensayando en las recién independizadas colonias americanas y que la mayoría de los miembros de la Asamblea Nacional francesa querían implantar en mayor o menor medida en Francia. Lo más interesante de esta obra de Paine es que la redacta como contestación a la defensa de la tradición que efectúa el político y pensador irlandés Edmund Burke en “Reflexiones sobre la Revolución en Francia” (1790). Esta más que normal disputa entre dos amigos por la valoración que realizan de un mismo acontecimiento coetáneo aporta un interesante matiz de novedad: la discrepancia se basa en su perspectiva no sólo política sino incluso vital frente al cambio que se produce. Uno, Burke, se aferra a lo que ya tiene: defiende apasionadamente la tradición incluso el prejuicio como positivos en política. Es más, defiende firmemente la Revolución gloriosa inglesa de un siglo antes y se esfuerza en marcar sus diferencias, que las había y muchas, respecto a los acontecimientos que se sucedían en Francia. Es el perfecto conservador: aquel que por defender el “status quo” defiende aun la tradición revolucionaria. Nótese qué profunda contradicción en los términos. Por contra, otro, Paine, se va a esforzar, como ya se había esforzado en la Guerra de Independencia americana, en el éxito de esta nueva empresa política que emprendía el género humano. Trata, no sólo de ayudar con su acción y con sus obras a la implantación de un nuevo sistema político sustancialmente mejor sino que trata también de imaginar hacia dónde debe encaminarse el nuevo sistema y de dotar de solidez intelectual en sus obras a esas ideas nuevas.

Desde esta perspectiva, el progreso se veía en oposición a la tradición, entendiendo ésta principalmente como la herencia que había dejado el Antiguo Régimen. Otro autor posterior, John Stuart Mill, político y pensador británico del siglo XIX, dota de un nuevo significado a esa relación, en muchas ocasiones antagónica, entre tradición y progreso. Desde mi punto de vista, la diferencia esencial viene determinada en su obra “El sometimiento de las mujeres” (“The Subjection of Women”, 1869), obra que recomiendo encarecidamente y que quitará a más de un lector muchos prejuicios negativos sobre el liberalismo. Esta obra es todo un clásico del feminismo y, en su día, supuso un auténtico punto de inflexión del movimiento feminista en toda Europa. La tradición que Mill trata de desarticular no es ni más ni menos que el pensamiento machista de una sociedad patriarcal que viene de siglos y que tiene su raigambre moral más allá de cualquier tradición política o de cualquier régimen. Tanto estamos tardando en abandonar esa tradición que aún hoy debemos seguir luchando por los derechos de las mujeres en todo el mundo.

Sin ánimo de circunscribir el debate a estos dos ejemplos ilustrativos, me gustaría pasar a la cuestión definitiva que adrede he ido postergando: ¿cómo definimos esa mejora que es causa a la par que meta del progreso? Sin duda, desde el liberalismo, ese progreso debe entenderse como una mayor libertad del individuo. Esta libertad no es estática. Como dice Ortega, la realidad no es “res stantes”. Esta libertad no debe circunscribirse exclusivamente a unas libertades políticas y económicas formalmente reconocidas en un texto legal más o menos efectivo. Se puede y se debe luchar por un mayor ámbito de autonomía de pensamiento, de decisión y de acción del individuo frente a las imposiciones no sólo del Estado sino también de la sociedad y esto debe hacerse día a día porque, como dice John Stuart Mill en “Sobre la Libertad” (“On Liberty”, 1859): “Donde la regla de conducta no es el propio carácter de la persona, sino las tradiciones o costumbres de los demás, falta uno de los principales elementos de la felicidad humana, y el más importante, sin duda, del progreso individual y social.”

Por otro lado, no debemos olvidar que parte fundamental de esa consecución de la libertad reside en la derogación de la ley del más fuerte, que está bien proscrita por el liberalismo, y en su sustitución por una igualdad en un doble sentido: ausencia de privilegios e igualdad de oportunidades. Pero lo que marca la diferencia más profunda, la diferencia de base, la que determina la discrepancia definitiva e insalvable con otras perspectivas u otros conceptos de “progreso” es que éste debe darse sobre la base de una creencia firme en el individuo porque, de lo contrario, no hablamos de un ideal de progreso humano sino de otros ideales de “progreso” donde el centro no es la persona sino la sociedad o una mayoría social. Y esto no es un ideal de progreso, es un ideal de colectivo, de nación, de clase... Un ideal en el que el ser humano queda relegado a un segundo, a veces, infimísimo plano de subordinación y entonces no estamos avanzando sino retrocediendo a un pasado recóndito de cavernas y pinturas rupestres. En definitiva, nada más cerca de las pretensiones socializantes de los socialistas que se dicen adalides del progreso y de los conservadores que tratan de disfrazar su tradicionalismo con falsos ropajes liberales.

viernes, 30 de octubre de 2009

miércoles, 28 de octubre de 2009

Júpiter


Júpiter es el más grande de los planetas del sistema solar. Tiene más materia que todos los planetas de nuestro sistema juntos. Es mil veces el volumen de la tierra. Tiene 16 satélites. Cuatro de ellos fueron descubiertos por Galileo Galilei en 1610.

Júpiter tiene una composición semejante a la del sol. Es decir: hidrógeno, helio, y pequeñas cantidades de amoniaco, metano, vapor de agua y otros.

Júpiter es un planeta tormentoso, con una atmósfera muy compleja, con nubes y tempestades. Una de éstas es la Gran Mancha Roja que tiene un diámetro mayor que el de la Tierra. Dura hasta 300 años y provoca vientos de 400km/h.

La gravedad de Júpiter es inmensa. Tanto que al llegar la sonda Galileo, hecha de titanio, al planeta a las pocas horas estalló a causa de la presión.
La gravedad de Júpiter es en concreto de 22m/s2.

Los anillos de Júpiter son más sencillos que los de Saturno, ya que están compuestos por el polvo que producen algunos meteoritos al chocar con la superficie de Júpiter.

La magnetosfera del planeta mantiene atrapada a los satélites. Ésta se prolonga a solo 3 o 7 millones de kilómetros en dirección al Sol, pero en dirección contraria se prolonga a mas de 750 millones de kilómetros llegando hasta la órbita de Saturno.

Para concluir podemos decir que, pese a la enorme inmensidad de Júpiter comparado con la Tierra, éste es solo un insignificante punto en la inmensidad del universo.

Nuevo colaborador

Hace justo una semana cumplíamos un año. Este blog nació con una vocación de ser una web de actualidad y cultura donde compartir artículos propios y documentos diversos de interés sobre esta temática. Después de haber visto el funcionamiento que ha tenido el blog, especialmente mi excesivo papel protagonista, he ido buscando nuevas incorporaciones, algunas infructuosas. Finalmente, mi hermano se ha incorporado a la lista de colaboradores y espero que contribuya habitualmente con entradas de temática diversa. Espero que el blog se vaya acercando paulatinamente a la idea primigenia de variedad de contenidos y pluralidad de autores, y que sea para mayor entretenimiento de nuestros seguidores habituales.

martes, 27 de octubre de 2009

El colonialismo

Tradicionalmente se ha entendido por colonialismo la ocupación y explotación de un determinado territorio por una potencia industrializada. El país colonizador por excelencia fue aquél que vio nacer el capitalismo: Gran Bretaña. No cabe duda de que ese fenómeno que antaño estaba tan generalizado, ahora es meramente residual y, sin embargo, en cierto modo persiste la idea de que ese colonialismo permanece aunque de una forma solapada mediante la explotación de un país subdesarrollado por otro desarrollado.

Lo cierto es que en todo este fenómeno han jugado y siguen jugando un papel determinante los Estados. El colonialismo puede revestir diferentes formas, pero siempre parte de unos elementos comunes. El primero, hay una serie de agentes económicos de distinta nacionalidad que interactúan. El segundo, algunos de ellos tienen la posibilidad de imponer al otro sus condiciones, esto es, no hay igual poder negociador entre las partes. El tercero: ausencia de una regulación que permita el desarrollo de un libre mercado global en régimen de competencia donde no se permitan prácticas que la restrinja. Cuarto: el papel activo de algunos Estados en la consolidación de ese abuso de la parte fuerte sobre la débil.

Analicemos un caso regional conocido: el merado único europeo. Primero, se cumple que hay una serie de agentes económicos de distinta nacionalidad que interactúan. Segundo, es cierto que algunos tienen un mayor poder negociador. Sin embargo, eso se ve compensado por una normativa en materia laboral y de consumo que establece unas garantías mínimas, a veces no tan mínimas, para compensar ese 'desfase'. Esta normativa suele ser relativamente homogénea en todo el mercado único. Tercero, hay una legislación común en materia de defensa de la competencia y de competencia desleal que trata de asegurar la existencia de un mercado libre. Cuarto, si un Estado miembro trata de interferir en ese mercado para consolidar un abuso o un privilegio de un nacional frente a un comunitario, se le sanciona. Conclusión, nadie puede decir que haya un colonialismo de Alemania sobre el resto de Europa porque todos los agentes económicos europeos compiten libremente sin abusos, privilegios o interferencias.

La causa del actual colonialismo viene, por un lado, de las prácticas abusivas de algunas multinacionales que no tienen eco alguno en la legislación de los corruptos y despóticos países subdesarrollados, y, por otro lado, de las interferencias de los Estados desarrollados y sus políticas de nacionalismo económico que son profundamente injustas. El resultado último es que se produce una doble restricción de la libertad de comercio a nivel mundial como consecuencia de que no existe un verdadero mercado mundial sino la ley del más fuerte y, en definitiva, el privilegio frente a la libertad económica.

Es evidente que un mercado global de competencia cuasi-perfecta no evitaría que hubiera pobreza, pero sí contribuiría a que el orden social mundial fuera más justo porque las desigualdades económicas no estarían basadas en el abuso, en el privilegio sino en la propia libertad y responsabilidad individuales en la medida en que ese mercado funcionara de la mejor manera posible. Además, la prosperidad que se derivaría de ello en el mundo permitiría con creces mantener un sistema de asistencia social donde todos tuvieran garantizados unos mínimos alimenticios, sanitarios y educativos. A pesar de lo increíble que pueda parecer esta utopía, siempre podemos dar un paso en esa dirección en lugar de alejarnos con más nacionalismo económico. Sin embargo, todo esto exige la integración no sólo económica sino, más aún, legal y diría que política de todo el planeta: cuestión que parece aún más inverosímil sino imposible.

sábado, 24 de octubre de 2009

Subdesarrollo y corrupción

La corrupción no deja de ser el síntoma más evidente de la desviación de un sistema político determinado. Es cierto que uno de los elementos que más caracterizan a una sociedad subdesarrollada, a mi modo de ver, es el de la corrupción y no precisamente porque ésta se dé sino, especialmente, porque a pesar de que es en esos países donde es más visible, es donde menos se lucha contra ella.

Efectivamente, si hay algo que comparte todo sistema político sea de un país desarrollado o subdesarrollado es la corrupción. Siempre hay personas que tratan de enriquecerse o de tener un determinado poder o influencia exorbitante e ilegítimo empleando el propio sistema como un instrumento. Si hablamos de una organización que se dedica a actividades ilegales al margen del sistema, hablamos de organización ilícita, criminal, que está compuesta por delincuentes que procuran no ser advertidos por las fuerzas del orden del sistema. Sin embargo, si una persona en el ejercicio de sus funciones públicas utiliza su cargo, el poder que le viene dado por el Estado, para obtener un aprovechamiento personal, sea o no pecuniario, más allá del legítimo, su sueldo, hablamos de corrupción.

Este fenómeno es especialmente sangrante por radicar precisamente dentro del propio aparato del Estado. Sin embargo, la diferencia sustancial no viene dada porque en los países desarrollados haya ausencia de corrupción sino por el nivel de protección que tiene el propio sistema contra esa corrupción. Un país en el que no hay personas cumpliendo penas por corrupción sólo puede ser un país de dos clases: bien uno de ángeles celestiales bien el más corrupto de los países. Este es un primer indicio, muy inexacto, de que el sistema no tolera la corrupción, pero no indica empero el grado de intolerancia ni la proporción de corrupción verdaderamente depurada.

No obstante, el hecho de que se destapen constantemente casos de corrupción como está sucediendo en España tampoco es un buen síntoma porque desvela en el fondo que hay mucha, diríase demasiada, corrupción y, lo peor de todo, si bien el sistema demuestra cierta eficacia, ignoramos en qué medida es eficaz y, a mayor abundamiento, demuestra ser altamente ineficaz en la prevención de la corrupción. Y es este último punto el verdaderamente relevante porque un sistema nunca podrá ser plenamente eficaz en la prevención, pero sí debe aspirar a aumentar esa eficacia. Es en este punto en el que radica otra de las principales diferencias, a saber, que los países subdesarrollados han renunciado de antemano a ser eficaces no sólo en la lucha sino en la prevención de la corrupción.